Así que llegamos a hoy, lunes, primero de septiembre, y ya me encontraba oficialmente a una semana de mi cumpleaños. Me levante temprano, maldiciendo nuevamente por mi suerte de tener que cursar un lunes. Ya eran las nueve, estaba vestida tomando mi desayuno. El resto estaban todos durmiendo, así que era casi el único desayuno que disfrutaba sola, sin tener que proteger mi comida del hambriento de Troy, ni tener que escuchar a Sofía describiendo sus sueños.
Cuando el reloj marco que ya eran y media, tome mis cosas y me fui a
Acá si que eran estrictos. Había un montón de conductas que aun me costaba asumir. Me senté nuevamente con Lizzy y el resto de las chicas.
Después de dos horas de escuchar al profesor, que era un viejito muy sabio, pero muy, pero muy aburrido, la clase terminó. Nos ordeno hacer un trabajo para la semana que viene, el cual podíamos hacerlo de a dos si queríamos, con la condición de que cada participante diera una conclusión distinta.
Sentí al instante como Lizzy me sacudía el hombro.
-¿Quieres hacerlo conmigo? Anne y Rose lo harán juntas... Aunque igual nos ayudaremos- Preguntó con excesivo entusiasmo.
-Ok…. Seguro... ¿Cuando tienes tiempo?-
-¿Podrás ésta tarde a las cuatro en mi casa?-
Acepte, y le pedí la dirección. Por suerte Lizzy tuvo en cuenta mi afán por dormir una pequeña siesta. Volví a casa, y me alegró que los chicos ya estuvieran levantados y habían preparado el almuerzo. Peter ya estaba comiendo pues él entraba a la una, así que ni bien yo llegue, él ya se estaba yendo.
Cuando termine, me fui a mi cama y me tire sobre ella. Le mande un mail a mis viejos diciéndoles que hablaba con ellos a la noche, que estaba cansada. Apreté enter, apague la computadora y me dormí. A las tres sonó mi alarma. Tenia “Eyes on fire” como despertador, lo que era super placentero.
Me cambié, tome las cosas necesarias, revise el mapa, calculando bien por donde debería ir. Por suerte, la casa de Lizzy quedaba cerca.
El calor era bastante abrumador, por lo que fui a pantalones pescadores, mis zapatillas de lona y una remera de mangas cortas. Me puse mis amados anteojos de sol negros y salí rumbo a la casa de Lizzy.
Unos minutos pasados de las cuatro, estaba tocando el timbre de su casa. Era una casa hermosa de dos pisos. Se podía ver un gran ventanal al frente. Me abrió la puerta con una enorme sonrisa en su cara.
-Lamento llegar tarde-
-¿Tarde?... Las otras están acostumbradas a venir una hora después de lo convenido-
Y entramos y nos acomodamos en lo que considere como un living. Empezamos a leer lo que teníamos que hacer. Por suerte era uno de los que había estado leyendo el fin de semana, así que no me costó tanto entenderlo. Lo leímos dos veces y diagramamos el diseño del trabajo.
Ella se ofreció a pasarlo en la compu, así tenia menos errores; y luego me mandaría mi conclusión por mail, así era más fácil. Me dijo que en un rato iba a venir su novio, así que me fui temprano para no molestarla.
Como aun quedaban unos rastros del sol en el horizonte, decidí volverme caminando. Me puse mi mp3 y salí andando. Iba totalmente distraída, cuando mi celular cambia de sonido a mitad de la canción, haciéndome entender que me estaban llamando. Era Thomas.
-Hola!- le dije
-No te asustes- y me pare en seco, pues me asusto que me dijera eso (que contradicción, ¿no?). Y para colmo alguien me agarro por la cintura y me levanto del suelo. Empecé a gritar y a patalear, hasta que los brazos volvieron a ponerme en el suelo, y al girarme me encontré con un Thomas riéndose… descostillándose de la risa. Lo mire con mi seño fruncido. –Te dije que no te asustaras- y volvió a reírse. No pude evitar reírme también. Me tomo de la mano y seguimos caminando.
-¿Qué haces por aquí?- Le pregunté
-Oh… Si... Tom vino a visitar a mi hermana, que vive a unas cuadras de aquí... Y no quería quedarme en la misma habitación que ellos por mucho más tiempo- y saco la lengua en señal de asco. Luego me miro y volvió a sonreír. – ¿Estás ocupada ésta noche?-
-¿Qué tienes en mente ésta vez?- Se mordió el labio, y luego de pensar unos segundos... me contesto
-Es una sorpresa... Pero vas a amarla... Podrías llevar tu cámara contigo-
Así que me acompaño a casa, y buscamos mi cámara de fotos, y una campera, por si llegaba a refrescar.
Hicimos todo caminando, pues aunque era lunes, el día estaba tan lindo que Londres estaba lleno de gente.
Volvió a tomarme de la mano, lo que me hizo sonrojar. Lo notó y me preguntó
-¿Te molesta?- y alzó nuestras manos entrelazadas indicando a que se refería. Negué con la cabeza, y una sonrisa inundo su cara.
El sol comenzó a descender, y él me apuro para que fuéramos más rápido, sino nos lo íbamos a perder. Y entonces me di cuanta. Me llevaba hacia esa gran vuelta al mundo. Como no había tanta gente, subimos de una. Fuimos subiendo cada vez más; y con una sincronización perfecta, llegamos arriba justo para el crepúsculo.
Tome mi cámara y empecé a sacar fotos del paisaje, y de todo Londres, que poco a poco empezaba a dejar de iluminarse.
-La hora del crepúsculo... El final de otro día... El comienzo de otra noche- cite las palabras de Edward Cullen, y me gire para verlo. Tenía los ojos abiertos, y su mano revolviendo su pelo. Cuando vio que lo miraba, hizo una sonrisa forzada.
-Eres una gran fan de “Crepúsculo”… Te sabes las frases en ingles-
-Sólo mis frases favoritas- y volví mi vista al horizonte.
Terminamos de dar la vuelta callados. Nos bajarnos, y fuimos a comprar unas hamburguesas a un local de comida rápida que quedaba ahí cerca.
-¿Estás bien?- le pregunte, pues se había quedado tan callado, y cuando preguntaba algo solo respondía con no o si.
-Estoy asustado…- y se quedo pensando. Lo alenté a continuar con la mirada. –Tú sabes que te estoy ocultando algo... Mi verdadera identidad... Y tengo miedo de tu reacción cuando finalmente descubras la verdad- lo mire sin comprenderlo.
Volvíamos nuevamente a los acertijos de su otra identidad, y de ese secreto que tanto guarda, de esos miedos que tanto tiene. Tome aire.
-No te estoy presionando sobre ese tema... Así que no te preocupes tanto... Y respecto de tu identidad secreta... superman- se rió cuando use éste apodo- ¿Qué puede ser tan complicado para generar una mala reacción en mí? ¿Eres un asesino o algo por el estilo?- lo pregunte seria, no pude evitarlo.
-No… Es que... Soy famoso... Bueno, lo era- me quede mirándolo con ojos abiertos. Así que era eso, por eso huía de las mujeres.
-¿de qué?... ¿Actor, modelo, jugador de futbol...?-
-No te voy a decir ninguna pista... ¿Te acordás?- Me dijo sonriendo, para terminar con lo serio del tema.
Rodé los ojos, me tire sobre el respaldo del banco donde ambos estábamos sentados, y di un fuerte mordisco a mi hamburguesa.
-Ahora estás molesta- dijo en tono triste, dejando su hamburguesa a un lado, y mirándome con la cabeza gacha
-No... No estoy molesta... Estoy... No se... No lo entiendo... ¿No confías en mí?... Podemos pasar cada noche juntos, pero no puedes decirme tu verdadero nombre... Es solo que no lo entiendo- y volví a darle otro mordisco a la hamburguesa.
Volvimos a quedarnos en silencio. Él se removía en el banco, abriendo y cerrando la boca varias veces en el proceso. Cuando me harte, le dije.
-¡Basta!... Podrías dejar de moverte así.... No necesito saberlo ahora... Es obvio que tú tampoco estás listo para decirlo, de todas maneras... Así que déjalo para otra vez y termina tu hamburguesa-
Quedó petrificado por lo dura que fui, pero realmente me había molestado. Gire mi vista hacia otro lado, tratando a ocultar las lagrimas que de un momento a otro iban a escaparse. Parpadee unas cuantas veces, y logré que quedaran dentro. Cuando terminamos de comer, aun sin hablarnos, me acompaño hasta mi casa.
Llegamos al porche, y se quedo trabado sin saber que hacer. Suspire fuertemente, y subió un poco la cabeza; y fue ahí cuando vi que sus ojos estaban vidriosos.
-Thomas…- le dije a modo de reto, alce mis brazos y rodee su cuello atrayéndolo hacia mi. Y empezó a llorar igual que un niño, lo que hizo que yo también llorara. Nos terminamos sentando en los escalones, aun con su cabeza entre mis brazos, y mi mano acariciando su pelo y su rostro.
-Yo no solía ser así... Yo solía ser capaz de hablar con cualquiera sin necesidad de tener que ocultar quien soy... Era capaz de poder amar a alguien, sin temer que me lastimara... Solía sonreír... Solía dormir- y volvió a perderse en su llanto.
¿Que era lo que le había pasado a Thomas para sentirse tan miserable? Me dolió el alma verlo llorando de esa manera, y no podía emitir ninguna palabra, ni siquiera ningún sonido. Y entonces encontró nuevamente su voz.
-Contigo... Es como si hubiese renacido... Mis amigos y mi familia me ven más feliz... Pero aun soy incapaz de poder decirte mi nombre completo. Cada vez que lo intento, es como si tuviera una espada en mi garganta y no puedo decirlo... Estoy cansado de mirarme en el espejo y no reconocerme en él... Extraño a mi antiguo yo, pero también tengo tanto miedo de que vuelva- y se quedo mirándome a los ojos. Había parado de llorar, pero igual su rostro seguía destrozado.
-Lo siento tanto... No sé que es lo que te pasó, pero si quieres te ayudaré a solucionarlo... Mereces ser feliz Thomas- y volvió a esconder su rostro en mi pecho. –¿Quieres quedarte a dormir aquí conmigo, así no duermes solo ésta noche?- salió de mi boca, tan rápido, que me sonroje. Quizás era demasiado. Pero levanto la cabeza, y mirándome a los ojos asintió.
Una vez dentro de mi habitación, vi de reojo como inspeccionaba todo, y su atención se centraba en el perro de peluche que había sobre mi cama, debajo de las sábanas, esperando para ser abrazado por mí. Lo tomó en sus manos, y le miro.
-No creo que todos entremos en la cama... Así que ésta noche ¿me dejas a mi dormir solo con ella?- y le sonrió, y luego me miro a mi, esperando mi respuesta.
Coloque a mi “Pepe” a un lado, nos quitamos las zapatillas, y nos metimos en la cama. Me dejo acomodarme sobre su pecho, y enrojecí al sentir como su corazón no lograba tener un compás tranquilo. Me dormí sintiendo como su mano me acariciaba.