viernes, 26 de noviembre de 2010

Capitulo 22 (Domingo 14 a Viernes 19 de septiembre)


Domingo: me levanté con el ánimo por el suelo. Aún no lograba entender que era lo que había ocurrido anoche. Y aunque mis dedos estaban ansiosos por marcar su número de teléfono, me contuve. Evidentemente los dedos de él también, pues no dio señales de vida.


Lunes: Cursar hoy significaba una cosa: cruzarme con Lizzy, quien a éstas alturas ya debía de estar plenamente enterada de todo. Y eso me aterraba por una simple cuestión: ¿Ella me interrogaría o no? ¿Va a estar de su lado, o del mío… o de ninguno?


Por un momento pensé en faltar a clases, pero sabía que eso no iba a detenerla. Así que tomé mis cosas y me fui.


Lizzy estaba en su banco, hablando con Anne y Rose. Tenía su cara un poco seria, lo que confirmaba que algo sabía; pues al igual que su hermano, solían mostrar una sonrisa ante todo, al menos la mayor parte del tiempo. Me acerqué lentamente a ellas, y se callaron cuando me vieron. Sentí mi corazón detenerse de los nervios.


-No tengas miedo, no te voy a morder… Tú no tienes la culpa de que mi hermano sea un idiota- Me dijo Lizzy, mostrándome una sonrisa forzada.


-No debería haberle dicho algunas cosas que le dije- Confesé en un susurro.


-Oh, no, querida… Hiciste muy bien… Alguien debe mostrarle la cruda realidad de vez en cuando… Thomas está muy acostumbrado a que últimamente todos tratamos que se sienta lo más confortablemente posible.- y me hizo señas para que me sentara a su lado.


-Entonces… ¿No estás enojada conmigo?-


-No… Que va… Él fue quien no me dejó dormir con sus interminables monólogos, debatiéndose que debía hacer contigo.-


-Y… ¿Decidió algo?- Que no me deje, que no me deje… pensé por dentro.


-Lamento decirte que tardará unos días en procesar todo esto… Lo más seguro es que no lo veas mientras tanto… Pero quédate tranquila que todo se va a solucionar. Dale tiempo, pero es necesario que por el rumbo que han tomado las cosas entre ustedes dos, él tenga que ponerse firme y contarte toda la verdad.- Y mientras me daba un abrazo, el profesor entró y tuvimos que finalizar nuestra charla.


Miércoles: Cuatro días enteros sin tener noticias de él. La expresión “caminar por las paredes” ya había perdido significado en mi caso.


Decidí que debía hacer algo que me hiciera olvidarlo, al menos por unos segundos. Me fui a ese gimnasio nuevamente, a probar suerte.


Arthur estaba a punto de comenzar la clase, cuando entré. Me dejó acomodarme mientras el resto se estiraba un poco. Se acercó a mi sonriente.


-Me alegra que sigas volviendo… Hoy se nota que te hace falta… Tienes una cara mujer-


-Si… Espero no entorpecer más tu clase con mi falta de entusiasmo-


-Querida… Yo soy un frasquito concentrado de entusiasmo… Comienzo a bailar yo, y todo el mundo queda contagiado- y me guiñó el ojo, mientras se giraba para comenzar la clase.


Fue dura; pero tal como él dijo, salí un poco más animada. Caminando a casa, sentí mi teléfono vibrar en mi bolsillo. Era un mensaje.


-Perdóname por ser tan idiota. Soy un tonto que no puede ver más allá de su nariz. Estoy tan preocupado porque descubras quien soy, y que eso te haga enojar conmigo; que perdí de vista cuanto te quiero a mi lado. No necesita ser ahora mismo, pero estoy esperándote.-


-No hay nada que perdonar, Thomas… Yo te daré todo el tiempo que necesites para dar un paso en esa importante decisión… Pero no me lastimes en el proceso.-


Viernes: El día estaba hermoso… y lo mejor… era que no tenia clases… eso lo hacia aún más increíble. Con mi cabeza asomada por la ventana, viendo la gente pasar por la vereda, dirigiéndose a su lugar de trabajo o estudio, cuando el torbellino de Peter entró por la puerta. Jamás lo había visto tan entusiasmado. Una sonrisa se me creo en los labios, tratando de averiguar que seria lo que lo tendría tan efusivo.


Y entonces se puso delante de mí y agito unas entradas.


-¡Mira lo que tengo!... ¡Tienes que venir conmigo! -


Y me volvió a sacudir las entradas, de las cuales lo único que distinguía era que eran de color amarillas. Se las saque de las manos, y una vez quietas ante mis ojos, vi que decía que era para un concierto intimo de… los 100 monkeys!... la banda en la que tocaba Jackson Rathbone.


Ahora éramos dos personas saltando y dando gritos. Sofía y Troy nos miraban desde el sillón del salón sin comprender nada.


-¿Cómo mierda las conseguiste?- le pregunté casi gritando.


-Una amiga… La “rubia”… Consiguió un par de entradas no se como, y me regaló un par… Sólo pensé en vos… Somos los únicos a los que puede gustarnos su música.- y me abrazo y empezó a saltar alrededor mío haciendo cantitos preguntándome si lo iba a acompañar o no.


-Obvio que voy… Es una oportunidad única en la vida-


Y nos pusimos a organizarnos, para poder ir mañana a la noche. Llamó a su “amiga”, para poder ir todos juntos, y así estar mejor. Jamás había visto a Peter tan emocionado en mi estadía en Londres.


Ni siquiera pensé en Thomas, pues él seguía sin hablar conmigo. Y yo no iba a perderme esto por su culpa.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Capitulo 21 (sábado 13 de septiembre)


Aunque disfrutaba enormemente de la compañía de Thomas, nos habíamos prometido tomar todo con más calma, así que tampoco buscábamos estar pegados. Por lo que anoche termine volviéndome sola a casa, a pasar la noche como siempre, con mis compañeros.


Hoy, sábado, me desperté, aun con la imagen de Harry Potter dando vueltas en mis retinas; así que decidí que era hora de concretar mi viaje turístico por los lugares donde había locales de Harry, y los lugares donde se habían filmado las pelis. Ya me había conseguido varios mapas y guías. Te decían que tren tomar, o inclusive que colectivos. Te decían a que lugares te convenía ir, y te contaban las historias de cada lugar.


Como el día parecía acompañarme, pues el sol estaba solito en el cielo, sin ninguna nube que lo opacara; me vestí bien cómoda, para pasar caminando todo el día, y empecé mi recorrido.


Cuando llegue al famoso museo, después de haber recorrido un montón de lugares (entre ellos la plataforma 9 ¾); me quede idiotizada. Los 27 años se me fueron volando, y me quede con solo 15. Empecé a ver las muestras. Había escenas de las películas. Había postres de los personajes. Inclusive había muñecos de cera de los personajes principales. El de Cedrig Diggory llamo mi atención, pero no supe entender el porque. Mire fijamente sus ojos, y el verde inundo mis sentidos, produciendo una sensación que hizo estremecer todo mi cuerpo. Despeje mi mente de ideas tontas, y seguí dando vueltas.


Mi perdición fue llegar al lugar donde vendían todo el merchandacing de la saga. Libros, películas, muñecos, postres, firmas, llaveros, y todo lo que se ocurriera estaba allí. Termine comprando un llavero con el símbolo de Harry Potter; una pulsera con el logo de Hogares; y un muñequito irresistible de Dumbledore.


Si hubiese sido por mi, me hubiese llevado toda la tienda; pues había de todo. Pero controle mi yo interior; pues sino iba a tener que regresar a Argentina, pues no me iba a quedar ni un euro. Aunque pensándolo bien, iba a tener que contratar un avión para mi sola.


Volvía a casa con una gran sonrisa en mi cara. Había sacado un montón de fotos, que vine viendo en el subterráneo. Como la salida quedaba a solo dos cuadras de lo de Thomas, decidí hacerle una visita sorpresa. Llegue a su casa, toque timbre, pero nadie me contesto.


Dando por perdidas mis chances, me di media vuelta y me fui hacia casa. No llevaba caminando unos pasos, cuando escucho que alguien grita mi nombre detrás de mí. Podría reconocer esa voz, aunque me quedara sorda.


Me gire, y vi como venia corriendo. Jamás lo había visto correr, y la verdad que resulto muy divertido. Era más despatarrado que yo. Cuando por fin me alcanzo, tenía sus mejillas de un adorable color rojo.


-Hola… ¿Qué andas haciendo por aquí?- me dijo sonriendo, e invitándome con su mano a seguirlo a su casa.


-Fui a hacer la excursión de Harry Potter… ¡¡Finalmente!!-


Se tropezó con una baldosa floja, y casi cae al suelo. Pero por suerte logre agarrarlo. Me reí de su torpeza, pero sus ojos estaban abiertos y su cara reflejaba tensión.


-Hey… No hay problema… Todo el mundo suele tropezarse… Perdona por reírme… Pero fue muy gracioso… Ahora… ¡Quita esa cara!-


-Si… perdón… Vamos-


Y entramos en su casa. Le conté todo lo que había hecho durante todo el día. Yo estaba re emocionada, mostrándole las fotos y demás; pero empecé a sentir que él no estaba a gusto con eso. Se mostraba nervioso y distrido. Así que cuando cambio de tema, tan solo abandone mis ilusiones y seguí las suyas.


Pensé que íbamos a cenar juntos; pero empezó a hacerse tarde, y se disculpo diciendo que tenía otros compromisos. Cuando me fui, su beso de despedida fue en mi mejilla, casi sin prestarme atención. Me quede boquiabierta ante la situación, pero lo deje pasar y me fui a casa.


En el camino, no lograba decidirme si debía enojarme con él o que emoción tener. Así que termine llamando a Roció. Hablamos por casi media hora. Me desahogue con ella. Y ella me aconsejó que lo hablara con él… y en joda me sugirió que le preguntara si era bi-polar. Me reí ante su sugerencia, pues a mí ya se me había pasado la idea por la cabeza.


Cuando llegue a casa, Peter notó el aire tenso. Después de escuchar mi pesado monólogo; me dijo que otra vez la parejita de tortolitos (entiéndase Peter y Sofía, que al fin habían empezado a esclarecer lo sumamente obvio) se había ido a comer fuera. Para no perder la noche, fuimos a un blockbuster y nos alquilamos unas pelis. Y así pasamos las horas, riéndonos y comiendo helado a más no poder.


Cuando termino la segunda película, mis parpados estaban cansados; y me pedían horas de sueño. Así que me fui a mi habitación. Revise mi celular, pero no tenia ningún mensaje, ni llamada perdida. Me quité la ropa, y me puse mi piyama. Fuera de lo que acostumbraba a hacer, me asome por la ventana; y me sorprendió lo que vi. El auto de Thomas estaba afuera.


De muy seguro el idiota se esta debatiendo entre bajar o no. Así que para hacerle más fáciles las cosas, fui yo hacia el auto… en piyama y todo. Lo encontré mirando hacia mi ventana, a unos metros de la puerta, justo enfrente de la casa; así que le golpee la ventanilla, para que viera que estaba al lado suyo. Se bajo del auto, temblando, y comenzó a jugar con sus manos. Sus nervios, me sacaban de quicio. Me quede mirándolo fijo, esperando que alguna palabra saliera de él.


-Yo… Yo quería pedirte disculpas por… Por mi comportamiento… De… Hoy… No me sentía muy bien- note alcohol saliendo de su aliento.


-¿Has estado bebiendo?-


Vi como maldecía por lo bajo, y movía su vista lejos de mi. Buscando algo que lo inspirara a mentirme o algo.


-Sam tenía razón… No te merezco…- y su mirada se clavo en sus pies. No había luna llena, pero pude apreciar como lagrimas comenzaban a querer salir de sus ojos. Esos adorables verdes ojos, tan llenos de indecisión. Comenzó a mecerse de un lado, hacia el otro, agarrándose mechones de pelo en el transcurso.


-¡¿Qué demonios es lo que te pasa ahora?!- le grite. –Un día dices que me amas… Y al siguiente que no me mereces… ¡¿Sabes qué?!... Porque no te vas a algún lado a aclarar tu mente, y luego vienes a buscarme… No estoy para juegos.- y me di media vuelta, furiosa; y entre a la casa, maldiciendo, pues de todos los estúpidos ingleses de los cuales me podía enamorar, me tenía que tocar el más complicado.


Con la luz apagada, vi como el auto de Thomas permaneció en el mismo lugar unos minutos más; y luego se fue. No se a donde, y no me importo. Había tenido un día esplendido, y no iba a dejar que me lo arruinara. Me sentí mal por ese pensamiento, pero realmente ya me había sacado de quicio éste extraño. Me metí entre mis sabanas, buscando algún consuelo; pero no hicieron efecto. Esa noche no pude dormir.