Esa noche, y eso que no había visto ninguna película de terror, me invadían las pesadillas. Yo con alguien, y luego me quedaba sola. Otra vez me encontraba en el prado… en ese “prado”… en el de Edward y Bella… yo tirada en el suelo, con el verde pasto húmedo debajo mío, los árboles a mi alrededor no dejaban que viera el sol. Unos rayos traspasaban sus hojas, solo permitiéndome ver la cara de Edward.
¿Qué demonios hacia yo con Edward?... ¿Y en el medio del prado?... Ese sueño solía tenerlo con mi ex… revivenciando el momento en que me dejo, y caracterizándonos como Edward y Bella… En su momento lo tome como una buena premonición, pues Edward volvía con Bella… pero los días pasaron y “mi” Edward no volvió… y yo tampoco fui a buscarlo. Que estúpidos orgullosos que fuimos.
Pero yo seguía ahí, con Edward delante mio… y entonces alguien gritaba… y una luz verde cubría el lugar. Lord Voldemort, en brazos de Colagusano, aparecía por entre los bosques… y ahora, en donde había caído Edward, se encontraba el cuerpo inmóvil de Cedric Diggory. Mierda, que imaginación mas potente que tengo, pensé. Me quede helada viendo la imagen, pero cuando volví a cerrar y abrir los ojos, ya todo había cambiado de nuevo. Estaba en una cocina, con un viejito delante mio. ¿De donde lo conozco?... ¿De donde lo conozco?...
Y entonces vi que en sus manos tenia un libro… Lo tenia abierto, y le recitaba una frase a un chico, que estaba sentado a mi lado (y yo hasta entonces no me había dado cuenta), con su cabeza entre sus brazos, pero no podía verle la cara. La frase era…
-Sometimes… We all need a little help- y el viejo le sonreía.
Me desperté bruscamente varias veces esa noche, con el corazón acelerado, pero finalmente me quede dormida, y ya no tuve sueños.
Me desperté a la mañana, con los rayos del sol alumbrándome la cara. Mi corazón seguía acelerado, así que decidí que iría a algún parque a hacer una hora de yoga, eso siempre me tranquilizaba. Tome un desayuno liviano, y me puse mis ropas deportivas. Me puse un poco de maquillaje… aun quedaba restos del efecto barba larga sobre mi rostro, que quería ocultar por algún tiempo (si quería evitar cargadas, obvio).
Fui a un parque a unas cuadras, que siempre veía a gente haciendo deporte. Le pregunte a un policía si podía pisar el pasto, pues allá en ciertos lugares no te lo permitían. Le comente que era para hacer ejercicio, y me mostro un sector que estaba habilitado para eso.
Busque mi celular, y puse mi música tranquila. Hice mi rutina, y cuando estaba con la cabeza hacia abajo (esa posición en la que te pones derechita, con los pies para arriba), siento que mi celular suena. Era Lizzy. No le di importancia, y espere a que cortara, ya la llamaría cuando terminara. Pero llamó tres veces más, así que desistí, me tire al suelo, y la llame.
-¿Qué mierda pasa Lizzy?- pregunte un poco molesta, sus llamadas podían haber arruinado toda mi paciencia y rutina de tranquilización.
-¿Estabas ocupada?... Porque ¡Vamos de Shopping!... Por Favorrrrrrrrrrr…-
-Grrr- refunfuñe, porque su insistencia solo se debía a su locura- Ok, pero estaba haciendo ejercicios, así que al menos déjame pegarme una ducha… Nos encontramos allá.- y le colgué, sin esperar que me contestara.
Termine de estirarme, y aun con el ceño fruncido fui para casa. Recién durante el baño logre tranquilizarme. Me vestí lo mas cómoda posible, pues me imaginaba que me iban a salir ampollas. Y fui hacia el shopping. Cuando llegue me sorprendió no solo encontrar a Lizzy, Anne y Rose. Habían arrastrado a los chicos también. Suspire al menos podía contar con apoyo moral, y sonreí ante la loca idea de que quizás ellos también fueran adictos a las compras.
Nos arrastro de una tienda a otra, como si fuéramos juguetes. Lizzy se probo no se cuanta ropa, y toda de marca. Yo aun no había comprado nada, cosa que Lizzy hizo notar, armando un gran escándalo en el medio de un local, así que tome una simple remera y la compre. Odiaba la marca de diseñador. Siempre considere que era cara para llenar los bolsillos de sus creadores, pero que era exactamente igual que el resto de las ropas. Yo amaba las tiendas departamentales, pero Lizzy no me dejo ni pisar una ese día.
Íbamos por la… vaya a saber uno que numero de tienda. Entramos solo las chicas, pues tenia sectores separados, así que los chicos se fueron hacia el otro lado. Mientras Lizzy en tiempo record, tomaba prendas y se dirigía al probador para probárselas, acompañada por las otras dos locas obsesionadas de lo fashion; me quede dando unas vueltas en el local, viendo si algo llamaba mi atención. Entonces, una de las mujeres que atiende el local, se me acerco y me dijo.
-Hola… ¿Buscabas algo en particular?... Porque hay cosas muy caras aquí-
Por un momento, me sentí Julia Roberts en “Mujer Bonita”; y en realidad, era la misma escena, aunque yo no era ninguna prostituta, y no creía estar realmente tan mal vestida, como para crear esa imagen frente a una hueca desconocida.
-¿Discúlpeme, que me decías?- Le pregunte con mi mejor tono, quizás se ha confundido con otra persona, así que quise darle una segunda oportunidad.
-Hum… Nada… No quiero sonar grosera… Pero estoy segura de que encontraras cosas más accesibles en el segundo piso- y me sonrió.
En el segundo piso se encontraban las tiendas departamentales que yo tanto adoraba. Quería escupirle en la cara que esas tiendas departamentales eran 100 veces mejor que la porquería que ellos vendían; ropa fabricada por esclavos. Tome aire, y le dije…
-Estoy segura que quizás conoces esto...- y me saque la billetera del bolsillo, y extraje una tarjeta de crédito… pero no cualquier tarjeta de crédito… era una visa dorada internacional –Es usualmente llamada “tarjeta dorada”, por su amplio límite de crédito… Y no te preocupes… Voy a gastármela toda en el segundo piso… Mientras tanto, tú vete a esperar a otra persona que tenga una de éstas, y procura no ser ruda con ella la próxima vez- Le sonreí, me guarde mi tarjeta, y salí de allí.
Escuchaba los lamentos de la señora detrás mío cuando me marche, pero seguí caminando y no le di importancia. Sabia que Lizzy y las demás estaban aun ahí, pero no iba a arruinarles su día, así que después las llamaría para saber done estaban, diciendo que me había perdido o algo por el estilo.
Y me fui al segundo piso. Todo un piso de ropa normal y común. Sonreí al entrar, y tome un carrito. Primero fui a la parte de hombre, y me compre dos camisas a cuadritos entalladas. También unos jeans anchos, me eran cómodos para estar en casa o salir a hacer algo tranquilo. Luego fui a la parte de mujeres. Me compre tres remeras, un saco, una campera, dos jeans, unas botas, medias, muchas medias. Cuando fui a la parte de ropa interior, me paralicé, y seguí de largo. Fui a la caja, y pague todo. Y salí con una sonrisa de oreja a oreja, con mis cuatro bolsas del segundo piso.
Fui a la puerta del local donde se encontraban las chicas, y las vi en la puerta con los celulares en las manos. Estaban a punto de llamarme cuando me vieron.
-¿En donde te habías metido...?- y bajo su vista a mis bolsas – ¿No puedes con tu genio?... A que no.-
-No... No puedo- y vimos que los chicos salían del otro lado, con algunas bolsas, aunque obviamente no tantas como nosotras. Por la vidriera vi a la mujer de la tienda que me miraba con ojos dolidos… le refregué las bolsas para que viera lo que se había perdido. El único que se percato de esta acción fue Sam.
-¿Qué estas haciendo, alien?- me pregunto al oído.
-Es un secreto… Ella no quiso venderme ropa porque creyó que yo no tendría la plata para pagarlo… Le estoy demostrando lo equivocada que estaba.-
-Jajaja… Tú si que puedes ser mala cuando quieres.- y nos pusimos a caminar detrás del grupo.
Thomas se acerco y me ayudo con unas de mis bolsas. Él solo había comprado una bolsa, cuyo contenido no me mostro. Me dijo que era una sorpresa. Entonces note como el grupo se detenía delante nuestro, y Lizzy me gritaba algo de no se que de que obligatoriamente debía entrar y comprar algo en este lugar. Levante mi vista… un cartel que decía “Victoria Secret” ocupaba el frente.
-Haha… Sigue soñando chica- y me di la vuelta para sentarme a esperarlas en unos bancos que estaban colocados enfrente. Thomas me agarro las bolsas, y me tiro a los leones.
-Será mejor que vayas con ella… Créeme- Lo mire con cara asesina, y él solo sonreía. Entramos, y fue entonces que note que ellos habían entrado detrás de nosotras.
-Dime que esto es un chiste...- le dije a Thomas. Él solo se digno a guiñarme un ojo.
En el intervalo en que me quede embobada mirando a Thomas, vi como unas prendas rozaban mis manos. Entonces fue cuando vi a Lizzy parada enfrente de mí apuntándome con el dedo, y exigiéndome que me las probara. ¿Que me probara que cosa?... Entonces baje la vista, y vi la ropa interior colgando de mis dedos. Eso no era ropa interior, era mi hilo dental, o más fino aun.
-DE NINGUNA MANERA- y tire todas las cosas en el mostrador. Y me cruce de manos, para que no me pusiera mas cosas. Finalmente se rindió, y se fue a comprar lo que ella necesitaba. Me quede mirando con asco las prendas, y no note que Thomas estaba parado al lado mío.
-Estoy seguro de que te verías muy sexy en eso- me susurro en mi oído, haciendo que mi cuerpo se estremeciera por su cercanía.
-No… No lo creo… Tú… ¿Tú me quieres ver con esto puesto?- le pregunte con inseguridad.
-No pienso obligarte a nada… Pero para que lo sepas… Amo la lencería femenina- y viendo que nadie nos miraba, recorrió con sus labios mi cuello, hasta besarme debajo de mi oído, haciendo que nuevamente me estremezca. Pensé en seguirle el juego.
-En realidad, prefería estar desnuda cuando este en frente tuyo… Sería más rápido… Pero si así lo deseas… Tú podrías elegir algo para mí, con la condición de que sea algo cómodo… Algo como eso…- le dije apuntando con la mirada hacia un sector de babydolls y cullotes. Tomo una gran bocanada de aire, y sonreí satisfecha de haber conseguido que me imaginara desnuda, en sus brazos.
-¿Realmente… Me dejas elegir a mí?- dijo mordiéndose el labio inferior
-Sip, confío en tu buen gusto- le dije acercándome a él, y acariciando su torso, hasta llegar hasta su ombligo. Hice un circulo alrededor de él, y note como su excitación se hacia evidente al tacto. Lizzy me llamo por consejos, así que me di media vuelta y me fui hacia donde se encontraba ella, sin antes perderme de ver como Thomas maldecía, y salía en busca de un baño.
Después de que Lizzy decidiera cuales de los conjuntos llevarse, me alegró por fin salir de ese lugar. Me sorprendió que solo fueran las 2 de la tarde. Yo que pensaba que eran como las cinco ya. Fuimos a un patio de comida, y nos compramos unas hamburguesas. No había notado el hambre que tenia, hasta que tuve la hamburguesa y mis papas en mis manos. Y el resto se ve que tampoco, porque no acorde a lo normal, nadie abrió la boca, excepto para comer.
Habíamos terminado, y Lizzy quería seguir recorriendo tiendas. Por suerte los chicos se negaron, así que me quede con ellos. Al rato, sentí que me aburría, y una enorme tienda de libros venia llamando mi atención desde hoy, así que fui a inspeccionarla.
Era grande, enorme, gigante. Jamás había estado ante una biblioteca de tal tamaño. Mi boca tardo unos cuantos segundos en poder cerrarse. Empecé a recorrer los estantes, y entonces una zona llamo mi atención. Era de colecciones especiales. Casi me muero. Estaban las ediciones especiales de Harry Potter y de Crepúsculo, que venían con no se cuantos accesorios, fotos, firmas, y no se que mas. Ni quise preguntar el precio, pues ni con los 100.000 euros que me había ofrecido Thomas iba a poder pagarlo, lo imaginaba.
-¿Estás buscando algo en particular?- Reconocí la voz de Thomas detrás mío.
-Estoy viendo todas éstas ediciones especiales de Harry Potter y Crepúsculo… Míralas…- y volví a abrir mi boca. Sentí como se reía a mi lado.
-Tienes la misma expresión que mi hermana cuando se compra ropa… Ahora sé que es lo que a ti te fascina- y me paso su brazo por mi cintura, acercándome un poco hacia él.
-Yep… Amo los libros-
-Si tuvieras que elegir entre las dos sagas… ¿Cuál elegirías?-
-Ohh... No tengo idea... Creo que Potter es la mejor inversión... Pero Crepúsculo.... Es Crepúsculo.... No puedo compararlos… Hum… Creo que me gastaría todo mi dinero, pero compraría los dos- y le sonreí, ante mi ilógica conclusión. Tome su mano y seguimos recorriendo los pasillos de la biblioteca.
Termine eligiendo unos cuantos libros, casi todos de suspenso o policiales. Cuando llegamos a la caja, Thomas fue más rápido que yo, y pago por los libros. A lo cual yo proteste por unos segundos; pues me estampo sus labios sobre los míos, y olvide sobre que discutíamos.
Cuando llegamos a la mesa donde estaban los chicos, vi que Sam nos miraba y sonreía. Hasta ese momento, no me había dado cuenta de que Thomas había puesto su brazo alrededor de mi cuello, abrazándome. Sentí como el calor se apoderaba de mi; pero la sensación desapareció pronto, pues Thomas retiro su brazo al ver que miraba fijamente su mano.
-Lo siento- me dijo al oído.
-Para nada… Lo estaba disfrutando- y una sonrisa ilumino su cara. Y me tomo la mano por debajo de la mesa, sin que los otros nos vieran.