miércoles, 15 de diciembre de 2010

Capítulo 23: (Sábado 20 de Septiembre)


Cuando se hizo la tarde, fui a bañarme. Me puse mi jean negro, una remera mangas largas roja y un chaleco bien abrigado con capucha. Ya comenzaba a hacer frío, y el frío londinense era tremendo. Me puse zapatillas, pues sabía que en ese ambiente no iba a desentonar y así estaría mucho más cómoda para saltar con Peter cuando cantáramos las canciones con Jacks.


Peter preparo su cámara de fotos, y después le pediría alguna para poner en el foro de las Rathboncitas, que era mi grupo virtual de amigas fanáticas con Jacks. Algunas de ellas habían estado con la idea de ir a este evento, pero no habían logrado conseguir las entradas. Así que cuando comente que yo si podría ir, me exigieron, bajo amenaza de muerte, detalles fotográficos de la fiesta.


Cuando se hizo la hora, tomamos un taxi con Peter y fuimos hacia el local. El bar era un lugar nuevo que había abierto hace muy poco, bastante exclusivo y de una onda muy particular. Se decía que el dueño era un amigo muy conocido de Jackson, y que por eso le había pedido hacer la inauguración del local con un show de los 100 Monkeys.


Nos encontramos en la puerta con la amiga de Peter y unos amigos suyos y entramos. El lugar era inmenso, y bastante oscuro. Se podía ver un primer piso, que vendría a ser la zona VIP; y un escenario al frente nuestro. Había algunas mesas y sillas para sentarse, pero el gran espacio delante del escenario estaba vacío.


Después de comprarnos algo para tomar, nos pusimos a dejar el tiempo pasar. Luego de unas dos horas de haber entrado, empezaron a tocar los 100 Monkeys, con Jacks robándose todos los gritos de la audiencia femenina.


Iban por la décima canción cuando la amiga de Peter comienza a gritar, y hace que Peter mire a la zona VIP. Peter me mira, y agarrándome del brazo, me gira señalándome un sector en particular.


Estaban algunos integrantes de Crepúsculo observando el show. Distinguí a simple vista a Kristen Stewart y a Taylor… Luego vi también a Ashley y a Kellan… y entonces, la gente empezó a gritar:


-Robert….Robert….Robert…- y alaridos de mujeres histéricas llenaron el lugar, callando inclusive la música. Eso solo podría provocarlo Robert Pattinson, pensé. Así que empecé a buscarlo con la mirada entre el grupo. Y entonces me faltó el aire.


Comencé a tener esa sensación de sentir que la música deja de escucharse, y los gritos no me hacían nada, ni siquiera cuando alguna me gritaba cerca del oído. Lo único que podía escuchar era el sonido de mi corazón taladrándome los oídos, pareciendo como si fuera a salir a través de ellos.


Y luego, una inundación de varias sensaciones. Decepción, enojo, compasión, enojo, sorpresa… y enojo. Si, el enojo era la sensación más fuerte; porque me sentía altamente traicionada.


Allí, en el primer piso, se encontraba Robert Pattinson… quien no era nadie más y nadie menos que Thomas. Me sentía completamente humillada, pues había estado saliendo dos meses con el actor mas codiciado del mundo, y él no se había dignado de decirme quien era en realidad.


Y es que en realidad me había estado mintiendo todo este tiempo, pues me decía que solo era conocido aquí en Londres, que se dedicada al modelaje y algo de música. Y yo todo este tiempo hablando de Robert Pattinson como si fuera un tercero completamente desconocido, al cual admiraba porque consideraba excelente actor.


Me avergoncé por un momento, recordando todos los detalles que le había dicho sobre él mismo. Y el enojo volvió. Pues todas las veces que me había hecho hablar de él, o sus amigos me hacían preguntas sobre Robert, era tan solo porque querían sacarme información. Querían saber que tan fan era de él, que tanto peligro corría él.


Y entonces la verdad me cayó como un balde de agua fría. Si hasta entonces no me había podido decir su verdadero nombre, su verdadera identidad; era nada más y nada menos que porque yo me trataba de una fan. Una fan. Aquello que Robert Pattinson más odiaba por haber hecho de su vida un infierno. Aquello que Robert Pattinson huía en pesadillas, de emboscadas de mujeres desesperadas por conseguir algo suyo.


Una lágrima salió de mi ojo, y fue cuando noté que Peter me miraba fijo, y con una expresión triste en su cara. Él también se había dado cuenta, y estaba observando mi reacción. Me abrazo y me dijo que me tranquilizara. Tomo mis manos, que se habían convertido en dos puños cerrados, e intento abrir y separar mis dedos.


-Estoy seguro que tiene una buena excusa… Tú sabes perfectamente como ha sido su vida estos últimos años…- me dijo al oído.


-No me importa que excusa tenga… Yo siempre estuve apoyándolo… hasta de manera inconsciente… Y él simplemente jamás pudo decirme la verdad… Estoy harta de esto.- Peter se quedo sin palabras, nos quedamos mirándonos fijo, hasta que yo baje mi mirada al suelo.


Él no me ama… Solo esta conmigo por mi ignorancia hacia su identidad…


No podía dejar de pensar en eso, y el enojo volvió a apoderarse de mí. Me aleje del lugar, seguida por Peter que intentaba detenerme. Pero yo no iba a detenerme hasta tenerlo cara a cara. ¿Qué le diría? No lo sabia, pero debía enfrentarlo. Debía hacerle saber que la mentira se acabo.


Con lágrimas en los ojos, pero lágrimas de la impotencia y el enojo que me invadían en ese momento, fui subiendo la escalera. Me tope con unos guardaespaldas que no querían dejarme pasar. Discutí con ellos unos minutos, hasta que di por perdido todo. Ellos me agarraron por la cintura, e iban a sacarme del lugar; entonces con todas mis fuerzas, comencé a llamarlo.


-Thomas… Thomas…- gritaba… y logre que me escuchara. Thomas se levanto, buscando el origen de los gritos, hasta que me vio siendo arrastrada escaleras abajo por los de seguridad.


-No te preocupes… Ahora ya sé quien sos.- Le di la mirada más seria y envenenada que pude crear, y luego me aparte de los guardaespaldas y me fui del bar.


Hacia un frío que se calaba hasta los huesos. Pero aún castañeando, seguí caminando. No tenía poder para tomar un taxi. Sentía que de un momento a otro iba a derrumbarme. No sabia si iba a gritar del dolor, de la angustia, del enojo, no lo sabía.


Ya estaba a dos cuadras del lugar, y mí alrededor se volvió un poco nebuloso, y pude reconocer que eran las lágrimas que inundaban mis ojos. Trataban de alguna forma llevarse el dolor de mi cuerpo. Unas manos me sujetaron por la cintura, y no tuve miedo, porque reconocía esa forma de sujetarme. Era él.


-Detente… Por favor, déjame explicarte- me dijo con esa voz preocupada y suave; mientras sus cejas se unían, gesto que desagradaba. ¿Cómo no me había dado cuenta antes que era él, cuando siempre había odiado ese gesto en Edward Cullen?


-Andate a la mierda Thomas… ¿O debería decir Robert?... ¡O cómo mierda debo llamarte!- le grite en la cara. Abrió la boca un par de veces, pero no lograba decir nada.


-Podrías decir una palabra… ¿O es mucho pedir?...- me seque unas lagrimas más que habían caído por mi mejilla- Tan poco confías en mi… Después de todo lo que hemos hablado… ¿No podías decirme quien eras?- y ya no pude contenerme, y las esporádicas lagrimas se convirtieron en llanto.


-Es difícil para mí… Saber en quien poder confiar… Mi vida suele ser un infierno-


-Yo… Yo… Yo… Eres un yo-yo… Sólo piensas en ti... – le grite en la cara – ¿No puedes pensar en mí por tan sólo un momento? ¡En cómo yo me estoy sintiendo!- y me di media vuelta, siguiendo mi camino… me tomo de las muñecas y me volvió a girar, poniéndonos de nuevo frente a frente.


-¡¿Y exactamente como te sientes?! ¡Para reaccionar de ésta manera! Pensé que entendías perfectamente como me siento.- me preguntó ahora él también enojado.


-Triste… ¿Cómo se que me dejarás estar a tu lado… Ahora que sabes que se que sólo soy una fan más? Aquello que por momentos odias...- y se quedo mirándome con la boca abierta. Sacudí mi cabeza- ¿Ves? No tiene sentido…- y me di la vuelta nuevamente.


-Por favor hablemos Orne… Vos sos distinta… Y yo te quiero…- pero yo no tenía intenciones de seguir hablando, no estando tan débil para argumentar.


-Si realmente me quisieras tanto, hubieses podido decirme quien eras… Confiar en mí y decirme quien eras… Y no tener que descubrirlo de casualidad… Déjame sola, necesito pensar.- y volví a darme vuelta. Cerca había un taxi, y lo tome; dejando a Thomas con la boca abierta, mirándome, y pensando.