miércoles, 19 de enero de 2011

Capitulo 24 (Domingo 21 de Septiembre)


El taxi condujo hasta mi casa. Al menos, lo que por ahora consideraba casa. Sin embargo, por la velocidad del taxista al conducir, y las lagrimas que inundaban mis ojos; Londres pasó ante mis ojos como un borrón.


Volví a ver figuras más o menos identificables, cuando frenamos frente a mi casa. Tome los euros de mi billetera y se los entregué al conductor. El aire frío inundó mis pulmones, pero no alejó el vació que sentía en mi pecho.


Subí un escalón del porche… y otro… y otro. Pero el agujero de tristeza crecía con cada movimiento que yo realizaba. Terminé de rodillas en el último escalón, y llorando cataratas.


Les parecerá exagerado, pero solía ser así de exagerada cuando una situación me abrumaba. Quería dejar de pensar, porque las miles de discusiones que tenía en mi interior no hacían más que confundirme. Quería dejar de respirar, para poder dejar de sentir esa molestia en el centro de mi ser.


Lo intenté. Aguante la respiración por unos segundos. Pero sin pensarlo exhalé todo de golpe y respiré de nuevo. Había sido una mala idea, pues ahora dolía aún más. Intenté levantarme, pero no lo logré. Si pude llegar a rastras hasta el banco blanco que adornaba el porche. Casi sin fuerzas me tiré sobre él.


Otra vez esa opresión en el pecho, seguida del endurecimiento de los músculos de mi mano. Otro ataque de pánico o como quieran llamarlo. Intentaba calmarme, necesitaba respirar con normalidad si no quería que esa parálisis se extendiera por todo mi cuerpo. La sensación era horrible.


Cuando creía que no iba a lograrlo, unas manos se posaron en mis hombros, un cuerpo se sentó detrás mío, y me acunó entre sus brazos. No, no era Thomas.


-Todos me toman por el loco inconsciente, pero esta vez tenía razón. Robert debía habértelo dicho hace tiempo. ¿Pero acaso alguien escucha a Sam? Nooooo, porque todos creen que todo lo que digo son idioteces.- Escuchar a Sam burlarse de si mismo, logró que aún entre los sollozos, me saliera una minúscula sonrisa. -¿Cómo estás nena?-


-B-Bien… Dadas las circunstancias… ¿Vienes por tu propia cuenta o te mandaron?-


-¡Ha! Si, él me llamó para contármelo. Pero preferí venir a consolarte a ti; ya que él fue el huevón que metió la pata… Además del hecho que llevamos media vida consolándolo a él.-


Me sujetó aún más fuerte contra su pecho, como si yo fuese un cuerpo que estuviese a punto de romperse en mil pedazos, y él no quisiera perder ninguna pieza. Jamás pensé que Sam tuviese éste lado. Por un momento había olvidado todo lo sucedido, y no hacía nada más que preguntarme porque Sam no podía ser así siempre. Mostrarse tan maduro como su edad le ordenaba ser.


-¿Vas a perdonarlo, verdad?... Es decir, te recomiendo que lo hagas sentir culpable unos días… Y que cuando esté realmente agotado físicamente por haber ido a cada tienda de la ciudad para llenarte de bombones, rosas y ositos de peluches… Recién entonces le digas que lo perdonas y que tú tampoco puedes vivir sin él.-


No pude evitar soltar otra sonrisa ante la propuesta que acababa de hacerme.


-¿Eres o no amigo de Thomas? Jajaja… Pues por como lo has tirado a los leones no lo parece.-


-Robert… Su jodido nombre es Robert…- lo miré extrañada porque su tono de voz demostraba enfado, cosa realmente rara en él.- Desde hace dos años que nos obligó a llamarlo Thomas, por su segundo nombre. ¡HA! Como si eso fuera suficiente para borrar toda su historia. Odie al imbécil de psicólogo que le sugirió esa idea, ¿sabes?. Vino un buen día, todo contento y campante; y obviamente que todos estábamos orgullosos, porque evidentemente había un progreso. Y entonces nos dice: “El psicólogo me dijo que podría probar empezar de nuevo como Thomas”. Obviamente todos me golpearon la cabeza cuando sugerí que eso era una estupidez. Pero ahora deberán darme la razón. Porque la evidencia muestra que ha sido una estupidez.-


Tomó aire, luego de haber soltado todo de golpe. Me imaginé que en su interior, tanto como Thomas, necesitaba una liberación. Pensé durante ese momento de silencio, que no era solamente Thomas, bueno Robert, el que estaba sufriendo. Toda su familia y sus amigos también lo hacían.


-Veo que ha sido duro… para todos- le dije ahora poniéndome a su altura, y rodeándolo yo también con mis brazos. ¡Cómo había cambiado la situación! Ahora era yo quien lo consolaba a él.


-Si… Y ahora tú también estás metida… Obvio, si lo aceptas.-


-¿Qué tan duro es?-


-Al principio era todo risa… Las chicas siguiéndolo y todo eso. Pero cuando Rob se empezó a consumir, cuando fue perdiendo su chispa…- soltó un largo suspiro y se acomodó unos pelos que estorbaban su cara antes de proseguir.- Pensamos que ya no había vuelta atrás. Cuando propuso dejar su carrera y procurar vivir en el anonimato lo más posible, todos lo apoyamos. Pero todos creíamos que iba a mejorar, y nunca lo hizo. Cuando adoptó el nombre de Thomas, vimos otro rayito de luz. Pero sucedió todo lo contrario. Se había convertido en una persona completamente diferente. Si se podía llamar persona el ente que era. Que es. Tú lo has hecho resurgir un poco, pero Robert aún tiene miedo… terror. Aún está escondido.- y terminó su historia con un movimiento con su cabeza de frustración.


-Gracias por aclararme unas cuantas cosas. Ha sido mucha información por un día, así que creo que me iré a descansar… Si logro pegar un ojo.-


-Cuando quieras nena. En ésta nos tienes a todos de tu lado, de eso quedate tranquila.-


Me quedé en el banco observando como Sam se marchaba; y sólo cuando ya no lo tuve a la vista, y la sensación de frío que parecía había olvidado, me metí dentro de mi casa.


Troy y Sofía estaban en el sofá.


-Peter nos contó lo que ha sucedido. Quería que le dijéramos cuando llegabas. Íbamos a salir a abrirte, pero vimos que hablabas con Sam, así que no quisimos interrumpir.- Me dijo Troy con cara triste, la primera vez que lo veía así.


-Gracias chicos… por todo… Si me disculpan, creo que me iré a acostar un rato a pensar.-


-Llámanos por cualquier cosa que necesites.-


Sólo respondí asintiendo con mi cabeza.


Me fui a mi habitación, y abrí mi notebook. Empecé a ver las imágenes que tenia de él. ¿Cómo había sido tan ciega? Salvo por la gran barba, Thomas era Robert, ¿Cómo no reconocí sus gestos, su acento?


Todas esas noches que soñaba con Robert Pattinson habían tenido un significado. Era mi estúpido inconsciente, haciéndole ver a mi consciente a quien tenia al lado. ¿Cómo no me había dado cuenta que el calor que me producía mirarlo profundamente a sus ojos ya lo había experimentado?


Y entonces también me invadió el miedo, la vergüenza. ¿Y que si solo me gustaba, porque me gustaba Robert? ¿Eso no podía ser posible, no es cierto? Pero si era cierto, al final Thomas tendría razón. Cerré la notebook de un manotazo, no podía seguir encerrada en esas cuatro paredes.


Volví a abrigarme y salí a caminar. No es algo que yo haría… en otoño… a las 6 de la mañana. Pero hoy mi día distaba bastante de ser lógico. Así que empecé a caminar sin sentido fijo, hasta que sola llegue a nuestro primer punto de encuentro. La fuente.


Me senté en el mismo lugar que esa noche ocupo él. No pude evitar evocar una sonrisa, rememorando la caída de Thomas dentro de la fuente. ¿Era realmente todo tan difícil, o solo era yo quien lo complicaba?


Sentí mi teléfono vibrar, como venia haciéndolo desde que lo deje parado.


Por favor… Llámame… Necesitamos hablar… Te amo demasiado… No quiero perderte.