Y llego el sábado. El día tan esperado por Lizzy durante toda la semana. Y el único día que yo quería que lloviera, amaneció con un cielo sin ninguna nube, pero no hacía mucho calor. Era un maldito día perfecto para vestir kimonos.
Lizzy organizo una cena en su casa, donde después nos cambiaríamos y saldríamos a bailar. Me dijo que iría su hermano y su novio, con su grupo de amigos. Así que iba a ser una noche menos con Thomas.
Cuando le comente esto, me dijo que me divirtiera, y que él saldría entonces con sus amigos. Ojala nos encontramos ésta noche, me dijo mientras hablábamos. Eran tres días ya sin vernos, y la paciencia en ambos se estaba agotando.
Después de agarrar todas mis cosas y ponerlas en un bolso, pues me quedaría a dormir en su casa luego, partí hacia lo de Lizzy. Llegue, y mi boca se cayo, formando una gran “O” cuando vi que auto estaba estacionado enfrente de la casa de Lizzy. Era la chatarra de Thomas.
¡¿No podía ser, no es cierto?! No podía ser cierto que Lizzy y Thomas sean hermanos. Y ahora que me lo ponía a pensar, quizás era lo más obvio. Al fin y al cabo, el novio de Lizzy se llamaba Tom, que era también el nombre del mejor amigo de Thomas. Thomas me dijo que Lizzy vivía cerca de él, y efectivamente, la casa quedaba a unas pocas cuadras.
Mi corazón empezó a palpitar. Vería a Thomas. Lizzy se enteraría que yo estaba “saliendo” con su hermano. ¿Qué pensaría? O quizás ella ya sabía y no me había dicho nada. Tome aire profundamente, para evitar un colapso como el de ayer, y toque el timbre.
Lizzy me abrió la puerta sonriente, y me invito a pasar y dejar las cosas en la habitación de arriba. Todavía no había indicios de Thomas. Salude a las chicas.
Y entonces, del garaje, salieron cinco chicos riéndose. Cuatro, se quedaron parados cuando me vieron. Ellos eran Thomas, Tom, Sam y Doug. Al otro no lo conocía.
Lizzy los reto por ponerse así, y me los presento.
-Ellos son…- pero le corte
-Tu hermano, Thomas… Tu novio, Tom… Sam y Doug… Y lo siento, pero a ti no te conozco- dije señalando al otro chico. Los ojos de Lizzy viajaron, abiertos de par en par, desde mí, hacia su hermano; ida y vuelta, un millón de veces.
-¿De dónde la conoces, Thomas?- le pregunto con un tono autoritario, poniendo sus manos como manijas de un jarrón. Thomas sonrió, y pude ver como se sonrojaba.
-Ella es la chica del supermercado, Lizzy… Hola Orne- se acerco y me dio un beso en el cachete. Los demás también me saludaron, pero yo ni reaccioné. Estaba inmovilizada. Me gire a ver a Lizzy, que también tenia una cara incomprensible.
-¿Éste es el chico con el que te mensajeabas?- pregunto señalando a su hermano, como si ya eso no hubiera quedado establecido. Roja como un tomate, solo pude asentir con la cabeza. Y no me encontraba preparada para lo que venia a continuación.
Lizzy se tiro arriba mío, y me abrazo tan fuerte que creí que moriría ahogada.
-¡Tú lo salvaste!- grito en mi oído, dejándome un poco mas sorda de lo que ya estaba. Y tiró de mi y mis cosas hacia el piso de arriba. – ¡Ahora no te salvas, me lo cuentas todo!- me exigió, con las miradas de Anne y Rose desde atrás.
-No me siento muy cómoda hablando de esto contigo… Al fin y al cabo… Es tu hermano- y me encogí de hombros.
-Ok... Te salvas por ahora… Pero ya te voy a agarrar con las murallas bajas… Y serás miaaaa!!!-
No pude evitar reírme por su forma de actuar ante la situación. Y entonces me susurro.
-Tú no tienes idea de lo que has ayudado a mi hermano… Muchas gracias.- y volvió a abrazarme y a agradecerme.
Por suerte, la parte sentimental no se extendió por mucho tiempo más, y bajamos a comer. Me senté a su lado, y no pude evitar tomarle la mano por debajo de la mesa, mientras nos servían la comida.
La comida transcurrió sin mayores incidentes. Nadie dijo nada sobre Thomas y yo, ni siquiera Sam, que siempre que había tenido oportunidad decía algo embarazoso. Creo que Thomas uso su poder de persuasión con él esta vez.
Terminamos de comer, y Lizzy nos arrastro para cambiarnos. Me puse mi jean negro y el kimono. Nos recogimos un poco el pelo, tampoco era que queríamos parecer chinas de en serio. Nos pusimos un poco de maquillaje y salimos.
Llegamos al lugar, y obviamente todos nos miraban. Yo quería que la tierra se abriese y me tragase. Cuando al fin logramos entrar, con la oscuridad me sentí un poco mas tranquila.
-Luces hermosa en azul- me dijo al oído, haciéndome estremecer. Se sentó a mi lado, protegiéndome de su hermana que quería que bailáramos todas juntas.
Al final, como siempre quedamos nosotros dos solos.
-Que sorpresa… Encontrarte allí- le dije al oído.
-Te dije que estuve deseando todo este tiempo poder encontrarnos esta noche… Parece que ese ángel me presta más atención cuando tú estás en mis plegarias- y se acerco demasiado a mí.
Apoyo su frente en la mía, como hacíamos siempre para tener contacto sin besarnos. Pero ya no más. Moví mi cara hacia un costado, y con una mano lo tome del cuello atrayéndolo más hacia mí. Lentamente probé sus labios, y al mirarlo a los ojos, pude ver que me miraba fijo. Volvió a besarme, y cerró sus ojos cuando nuestros labios hicieron contacto nuevamente.
Acerco mi cuerpo aun más. Tomo mi cintura con una de sus manos, y con la otra mi cara. Yo tenía ambas manos alrededor de su cuello. Una, más precisamente, jugando con su pelo. Tocaba mis labios lentamente, haciendo que ardieran por el deseo. Me fue empujando hacia la esquina del banco, apoyándome sobre el respaldo del mismo; y él sobre mí.
Las canciones pasaban y pasaban, pero nosotros seguíamos en nuestra burbuja. Hasta que claro, hubo una interrupción. Una interrupción que se llama Lizzy, y que gritó (incluso se escucho por encima de la música) al vernos besándonos tan apasionadamente. Sam llego unos segundos después, tan solo para agregar “Consíganse una habitación”. Thomas lo mato con la mirada.
Mientras yo me refregaba la cara, que ahora me ardía por culpa de la barba de Thomas; el resto decidió que era hora de marcharse. Lizzy me hecho de su casa (mencionó algo de Tom, y yo no quise saber nada más), así que me fui con Thomas. Me llevo hasta mi casa, y nos despedimos con otro beso.
Si ayer tenia miedo… hoy esa sensación no la tenía más. Había besado a Thomas, firmando el pacto de no vuelta atrás. Ya había comenzado a transitar este camino junto a él… ahora lo seguiría hasta el final.