miércoles, 18 de agosto de 2010

Capitulo 17 (sábado 6 de septiembre)



Y llego el sábado. El día tan esperado por Lizzy durante toda la semana. Y el único día que yo quería que lloviera, amaneció con un cielo sin ninguna nube, pero no hacía mucho calor. Era un maldito día perfecto para vestir kimonos.


Lizzy organizo una cena en su casa, donde después nos cambiaríamos y saldríamos a bailar. Me dijo que iría su hermano y su novio, con su grupo de amigos. Así que iba a ser una noche menos con Thomas.


Cuando le comente esto, me dijo que me divirtiera, y que él saldría entonces con sus amigos. Ojala nos encontramos ésta noche, me dijo mientras hablábamos. Eran tres días ya sin vernos, y la paciencia en ambos se estaba agotando.


Después de agarrar todas mis cosas y ponerlas en un bolso, pues me quedaría a dormir en su casa luego, partí hacia lo de Lizzy. Llegue, y mi boca se cayo, formando una gran “O” cuando vi que auto estaba estacionado enfrente de la casa de Lizzy. Era la chatarra de Thomas.


¡¿No podía ser, no es cierto?! No podía ser cierto que Lizzy y Thomas sean hermanos. Y ahora que me lo ponía a pensar, quizás era lo más obvio. Al fin y al cabo, el novio de Lizzy se llamaba Tom, que era también el nombre del mejor amigo de Thomas. Thomas me dijo que Lizzy vivía cerca de él, y efectivamente, la casa quedaba a unas pocas cuadras.


Mi corazón empezó a palpitar. Vería a Thomas. Lizzy se enteraría que yo estaba “saliendo” con su hermano. ¿Qué pensaría? O quizás ella ya sabía y no me había dicho nada. Tome aire profundamente, para evitar un colapso como el de ayer, y toque el timbre.


Lizzy me abrió la puerta sonriente, y me invito a pasar y dejar las cosas en la habitación de arriba. Todavía no había indicios de Thomas. Salude a las chicas.


Y entonces, del garaje, salieron cinco chicos riéndose. Cuatro, se quedaron parados cuando me vieron. Ellos eran Thomas, Tom, Sam y Doug. Al otro no lo conocía.


Lizzy los reto por ponerse así, y me los presento.


-Ellos son…- pero le corte


-Tu hermano, Thomas… Tu novio, Tom… Sam y Doug… Y lo siento, pero a ti no te conozco- dije señalando al otro chico. Los ojos de Lizzy viajaron, abiertos de par en par, desde mí, hacia su hermano; ida y vuelta, un millón de veces.


-¿De dónde la conoces, Thomas?- le pregunto con un tono autoritario, poniendo sus manos como manijas de un jarrón. Thomas sonrió, y pude ver como se sonrojaba.


-Ella es la chica del supermercado, Lizzy… Hola Orne- se acerco y me dio un beso en el cachete. Los demás también me saludaron, pero yo ni reaccioné. Estaba inmovilizada. Me gire a ver a Lizzy, que también tenia una cara incomprensible.


-¿Éste es el chico con el que te mensajeabas?- pregunto señalando a su hermano, como si ya eso no hubiera quedado establecido. Roja como un tomate, solo pude asentir con la cabeza. Y no me encontraba preparada para lo que venia a continuación.


Lizzy se tiro arriba mío, y me abrazo tan fuerte que creí que moriría ahogada.


-¡Tú lo salvaste!- grito en mi oído, dejándome un poco mas sorda de lo que ya estaba. Y tiró de mi y mis cosas hacia el piso de arriba. – ¡Ahora no te salvas, me lo cuentas todo!- me exigió, con las miradas de Anne y Rose desde atrás.


-No me siento muy cómoda hablando de esto contigo… Al fin y al cabo… Es tu hermano- y me encogí de hombros.


-Ok... Te salvas por ahora… Pero ya te voy a agarrar con las murallas bajas… Y serás miaaaa!!!-


No pude evitar reírme por su forma de actuar ante la situación. Y entonces me susurro.


-Tú no tienes idea de lo que has ayudado a mi hermano… Muchas gracias.- y volvió a abrazarme y a agradecerme.


Por suerte, la parte sentimental no se extendió por mucho tiempo más, y bajamos a comer. Me senté a su lado, y no pude evitar tomarle la mano por debajo de la mesa, mientras nos servían la comida.


La comida transcurrió sin mayores incidentes. Nadie dijo nada sobre Thomas y yo, ni siquiera Sam, que siempre que había tenido oportunidad decía algo embarazoso. Creo que Thomas uso su poder de persuasión con él esta vez.


Terminamos de comer, y Lizzy nos arrastro para cambiarnos. Me puse mi jean negro y el kimono. Nos recogimos un poco el pelo, tampoco era que queríamos parecer chinas de en serio. Nos pusimos un poco de maquillaje y salimos.


Llegamos al lugar, y obviamente todos nos miraban. Yo quería que la tierra se abriese y me tragase. Cuando al fin logramos entrar, con la oscuridad me sentí un poco mas tranquila.


-Luces hermosa en azul- me dijo al oído, haciéndome estremecer. Se sentó a mi lado, protegiéndome de su hermana que quería que bailáramos todas juntas.


Al final, como siempre quedamos nosotros dos solos.


-Que sorpresa… Encontrarte allí- le dije al oído.


-Te dije que estuve deseando todo este tiempo poder encontrarnos esta noche… Parece que ese ángel me presta más atención cuando tú estás en mis plegarias- y se acerco demasiado a mí.


Apoyo su frente en la mía, como hacíamos siempre para tener contacto sin besarnos. Pero ya no más. Moví mi cara hacia un costado, y con una mano lo tome del cuello atrayéndolo más hacia mí. Lentamente probé sus labios, y al mirarlo a los ojos, pude ver que me miraba fijo. Volvió a besarme, y cerró sus ojos cuando nuestros labios hicieron contacto nuevamente.


Acerco mi cuerpo aun más. Tomo mi cintura con una de sus manos, y con la otra mi cara. Yo tenía ambas manos alrededor de su cuello. Una, más precisamente, jugando con su pelo. Tocaba mis labios lentamente, haciendo que ardieran por el deseo. Me fue empujando hacia la esquina del banco, apoyándome sobre el respaldo del mismo; y él sobre mí.


Las canciones pasaban y pasaban, pero nosotros seguíamos en nuestra burbuja. Hasta que claro, hubo una interrupción. Una interrupción que se llama Lizzy, y que gritó (incluso se escucho por encima de la música) al vernos besándonos tan apasionadamente. Sam llego unos segundos después, tan solo para agregar “Consíganse una habitación”. Thomas lo mato con la mirada.


Mientras yo me refregaba la cara, que ahora me ardía por culpa de la barba de Thomas; el resto decidió que era hora de marcharse. Lizzy me hecho de su casa (mencionó algo de Tom, y yo no quise saber nada más), así que me fui con Thomas. Me llevo hasta mi casa, y nos despedimos con otro beso.


Si ayer tenia miedo… hoy esa sensación no la tenía más. Había besado a Thomas, firmando el pacto de no vuelta atrás. Ya había comenzado a transitar este camino junto a él… ahora lo seguiría hasta el final.

Capitulo 16 (miércoles 3, jueves 4 y viernes 5 de septiembre)


Argh… de solo pensar que hoy era el día que mas cursaba, me ponía odiosa. Me levante refunfuñando, y fui al baño, y oh… sorpresa… hoy era “mi día”. Por eso mi cambio de ánimos. Volví a protestar por tocarme ser mujer.


Me cambie y tome mi desayuno. Cursamos nuestras materias, una de las cuales no hacía con Lizzy, pues ella había elegido otra. A eso de las cinco de la tarde terminé y me volvía a casa, cuando saliendo de la facultad, en los transparentes, había un papel que anunciaba un gimnasio de por ahí cerca, y que a nosotros, los alumnos nos hacían descuento. Tome un papel con la dirección y fui a preguntar.


Consulte a una muchacha que atendía que clases me recomendaba, no quería nada exagerado, ni con muchas chicas muy jóvenes. Me señalo cuales se ajustaban a mis gustos; pero entonces apareció un hombre a mi izquierda.


-No pienso aceptar un no por respuesta... Te quiero YA en mi clase- grito súper-emocionado. Era el típico profesor de gimnasia gay, morocho y de baja estatura; pero con una súper auto-estima y personalidad extrovertida. Todo de lo que yo carecía.


-No creo que vaya a sentirme cómoda- Pero me tiro de la mano hacia su clase. Había chicas jóvenes, que me miraron como si fuera un espantapájaros; pero por suerte había mujeres de mi edad también. No es que por casi 27 años fuera vieja, pero hay cosas que ya no me siento habilitada a hacer.


La clase comenzó y era magnifica. Hacían coreografías, así que resulto muy divertido. Más para ellos, pues yo no lograba seguir ningún paso. Pero termine agotada, así que cuando llegue a casa, solo llegue a bañarme e irme a la cama.


El jueves me levante totalmente renovada. Como un poquito de ejercicio te hacia tan bien. Como me dolían los músculos, hice un poco de mi rutina de yoga para lograr que volvieran a estirarse y que no me molestasen.


Me dedique toda la mañana a leer los libros que debíamos preparar para la semana que viene, y luego a la tarde fui a cursar como siempre. No faltaron los mensajitos de Thomas, preguntándome que tal estaba; y luego charlando de boludeces. Me iba a hacer gastar los 10.000 euros en crédito para el celular.


Como a la noche se largo a llover tan fuerte, cancelamos cualquier tipo de plan de salir juntos. El insistió en venir, pero no quería que con ese auto se quedara varado en algún lado. Me deseo las buenas noches, y yo me puse a ver una peli en mi notebook. Primero había seleccionado Crepúsculo, pero por dentro pensé cuantas veces voy a verla; así que me decidí por una nueva que había descargado el otro día. Era romántica, y tan cursi, que a mitad de la película termine asqueada.


Como hacia mucho que no lo hacia, entre en mi msn, y en el facebook. Subí unas cuantas fotos de mi estadía en Londres. Sobretodo, las fotos que habíamos sacado el lunes con Thomas del atardecer. Le puse unos pies de fotos así nomas; y en una en la que se veía la mano de Thomas, lo etiquete, aunque no tuviera su mail. Era en si, la única foto que tenia de él. Nunca me había dejado sacarle una foto en la que se viera su cara. Eso iba a tener que cambiarlo.


Mire el reloj, y vi que ya eran mas de la una; así que apague todo y me dormí.


Ya siendo viernes, me levante temprano. Fui a hacer unos mandados, pero esta vez no me encontré con ningún “nido de pájaros” allí. Extrañaba esos ojos verdes, que brillaban cuando me miraban. Extrañaba su voz, tan suave… que a veces no lograba escuchar. No es mi culpa ser media sorda.


Habían pasado dos días, y extrañaba el olor de su aroma. Solo dos días, y extrañaba el escalofrió que producía su tacto. Solo horas, y mis oídos añoraban su risa. Minutos, y esa loca sensación de querer besar sus finos labios.

No hacia un mes que nos conocíamos, que ya me había enamorado. El paquete de hamburguesas que tenía en mi mano, cayó dentro del changuito de manera brusca; pues yo lo solté inconscientemente. ¿Dije que me había enamorado?... No, no, no. Eso no estaba para nada bien.


Vine a Londres a cerrar una herida, a huir de los problemas; no ha meterme en mas líos. ¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Por qué era tan irracional? ¿Por qué mi corazón me ganaba?


Solté un gran suspiro, y una anciana se acerco a preguntarme si me sucedía algo. Le tuve que decir unas tres veces que me encontraba bien para que me dejara sola. Fui caminando a casa, por inercia; pues mi mente estaba a miles de kilómetros de distancia de mi cuerpo.


Llegue al departamento, deje las cosas en la mesa, y fui a mi habitación. Una vez que me relaje en mi cama, empezó a suceder. Mis manos y mi frente comenzaron a sudar. Luego mis manos poco a poco se fueron poniendo tiesas. Esa sensación viajo desde mis manos, por mis brazos, hasta llegar a mi pecho.


Sentía que una piedra había sido puesta sobre mí, y no podía respirar. Sabia que era lo que me sucedía, pues ya me había sucedido antes. Era un ataque de pánico. Así que empecé, con mucho esfuerzo, a concentrarme en respirar lentamente y en procurar tranquilizarme.


Luego de varios intentos lo logre. Mi pecho comenzó a doler menos, y poco a poco fue moviéndose con normalidad. Luego pude mover mis brazos también. Y por ultimo, mis manos. Me quede unos minutos masajeando mis dedos, pues me dolían por haberse puestos tan tiesos.


E hice lo único sensato en ese momento. Llame a mi mejor amiga Roció. Debía hablar con alguien, y ella era la indicada. Primero se asusto, y me quería obligar a volver, pues yo lloraba desconsolada porque me había vuelto a enamorar. Pero luego cambio de idea, y me dijo “todo pasa por alguna razón; no luches contra esto”.


No iba a luchar contra esto. Un montón de cosas se confabularon para que viniera a este lugar. Quizás el destino tenía algo preparado para mí aquí. Debía quedarme y averiguarlo. Por fin pude volver a sonreír.

viernes, 6 de agosto de 2010

Capitulo 15 (2 de Septiembre)

Podía sentir como mi almohada tenía vida, y subía y bajaba. Debo estar soñando, pensé. Las almohadas no se mueven solas. Y entonces escuche también unas risitas. Que sueño más raro. Y luego, un clic, y ruido de flash de foto.

Ahí me levante. Entre mis brazos, tenia a un Thomas que acababa de despertar por mi manera brusca de levantarme; que me miraba sin entender nada. Gire mi cabeza hacia la puerta, y los vi a los tres de mis compañeritos de cuarto riéndose, con una cámara en la mano.

-Ni bien los agarre los voy a matar. Con lo que saben que odio despertarme de golpe- grite lo último.

Cerraron la puerta, aunque aun se podían escuchar las risas detrás. Suspire, y volví a poner mi cabeza sobre mi almohada animada.

-¿Mal humor?- me pregunto despacito, mientras me acariciaba el pelo con su mano libre… pues la otra se encontraba aplastada debajo mío.

Levante la vista, y entrecerré los ojos.

-Si no quieres morir... Déjame dormir un ratito más- y volví a poner mi cabeza sobre él. Mi almohada animada comenzó a sacudirse suavemente, pues Thomas se estaba… ¡riendo de mí! Así que levante la vista de nuevo, y le dirigí una nueva mirada asesina. Y volví a caer sobre él.

Esta vez si se quedo callado. Y continúo acariciándome el pelo. Cerré los ojos, y trate de dejarme llevar por sus caricias, así no tendría un mal día por delante. Luego de unos minutos, fui abriendo los ojos de nuevo, y me puse al lado suyo, dejándole respirar un poco. Vi que sonreía.

-¿Pudiste dormir bien?- le pregunte, colocando mi cabeza sobre mi mano, y apoyando el codo en el colchón. Asintió con la cabeza.

-Es la primera noche en dos años que no tengo pesadillas- y sus dedos recorrieron mi mejilla, haciendo que me sonroje. –Tú realmente me has cambiado-

-¡Ja! ¿Quién es Superman ahora?... Eh?!- y los dos nos reímos

-¿Quieres desayunar algo?... Puedo ir a buscar algo al Starbucks de acá a la vuelta-

-Naaa... Déjame mostrarte cómo cocinamos los extraterrestres en las cocinas terrestres- y nos levantamos y fuimos a la cocina, donde las risitas resurgieron. Además, de todas las cosas que nos decían por haber “dormido juntos”. Por suerte, los tres cursaban ahora, y se iban.

Prepare un te para mi, y café para él. Hice unos sándwiches, con queso, jamón y tomate (aunque yo no debería comer tomate, pues siempre me caían mal).

-¿Realmente tienes pesadillas todas las noches?- le pregunte. Era algo que me había quedado picando, y quizás pudiera obtener alguna pista para saber quien era.

-Mmm… Si… Hay veces en las que ni tomando las pastillas soy capaz de dormir toda la noche sin despertarme... Al principio, me había ido a vivir unos días con mis padres, pero mi madre sufría demasiado al verme así; así que me fui a la casa de mi hermana. Pero luego ella empezó a salir con Tom, y no me pareció justo estar en el medio de ellos. Así que terminé por buscar una casa que estuviera cerca de su casa. Si alguna noche se volvía muy difícil para pasarla sólo, tan sólo debía llamarla… Aunque creo que ahora optaré por llamarte a ti… Estás teniendo más efecto en mí.

-Tú si que amas a tu hermana...-

-Hermanassssssss- dijo con un tono gracioso, remarcando la “s” – Tengo dos de esas. Claro que una ya está casada, así que ya no me presta atención; pero es la madre de mi sobrina, mi pequeña princesa… Y en poco tiempo tendrá un varón. Adoro a mi familia. Mi familia y mis amigos son las razones por las cuales todavía estoy aquí y puedo hablar contigo- y se quedo callado.

-¿Eso significa lo que yo creo que significa?- le pregunte en un tono menos que el normal.

Suspiro, y su mano volvió a enredarse en su pelo (que en menos de quince días, había pasado de nido de pájaros, a simple melena, peinada y limpia).

-Creo… que… si- dijo, haciendo que su dedo recorriera en círculos la boca de la taza.

-¿No me estás jugando una broma, no?...- Lo vi morderse el labio inferior, había hablado mas de la cuenta. Sus dedos comenzaron a frotarse entre si de una manera nerviosa, tal como aquella vez que estábamos en la plaza. – Nop… No estás jugando.- dije afirmando, más que preguntando, y baje mi mirada hacia mis manos. Se produjo un silencio incomodo, a los que parecíamos acostumbrarnos cada vez mas. Y no sabia exactamente que decirle. Así que empecé por el principio.

Le conté que mi vida parecía perfecta. Un novio excelente, visiones a futuro, el trabajo que siempre había querido tener. Y luego el estallido. El caso que no salió bien. La niña que murió en manos de un padrastro abusador, protegido por la corrupta justicia. Como afectó eso mi vida personal, y como un día llegue a mi casa, y mi prometido me decía que me dejaba, que jamás pondría mi familia ante mi trabajo, y que no podía con eso.

Le conté como pedí licencia y me encerré en mi casa. Como me había convertido en un zombi. Su mirada me daba fuerzas para seguir, y sus labios sellados no emitían opinión, alentándome a continuar. Le conté como me corte las muñecas en varias oportunidades, no para suicidarme, sino porque esto me hacia desmayarme, y así tener menos tiempo que soportar la vida pasar y no encontrar solución. Y le conté como tenia lapsos en los que no recordaba que hacia, soñaba despierta y demás. Le conté del día en que desperté con el revolver en mis manos, y de cómo decidí venir acá.

-Sentir que había perdido por completo el control sobre mi vida, me hizo sentir extraña. Ese día decidí que tenia que encontrar la forma de salir de ese pozo… ¿Sabes?... Una vez que ya has tocado el fondo, no te queda otro lugar que ir hacía arriba… En ese momento en que sientes que el camino se acaba, tienes que saber observar y encontrar ese otro camino que se te abre para ti. Siempre hay nuevos comienzos.- Lo vi tomar aire como si realmente se estuviera ahogando, y poner su mirada en el horizonte. Me quede mirándolo, esperando alguna palabra por su parte.

-Nunca nadie, jamás, me había hablado de esa manera… Ellos, mi familia y amigos… Ellos han estado siempre a mi lado… Pero jamás llegaron a entender lo que me ocurría… Adentro mío...- su boca quedo abierta, esperando por palabras que fueran a socorrerlo, pero solo salía silencio de sus labios. Entonces me di cuenta que lloraba. Me acerque a él y lo abrace. –Esto es muy injusto… Tú acabas de contarme tu historia, y yo solo soy capaz de llorar por la mía… Soy realmente un egoísta.-

-No es así… Además, eres a la primera persona a la que le cuento toda la historia… Y… No te preocupes… Ya vas a encontrar la fuerza para contarme tu historia… No me importa cuando, sólo me interesa que sepas que puedes confiar en mí… Sólo ten en cuenta que estoy aquí para ayudarte cuando me lo pidas… Pero debes abrir los ojos para poder ver la salida de esto que te tiene tan afectado.-

Jamás había visto a un hombre llorar de esa manera enfrente de una mujer. No es que los hombres no debieran llorar, todo lo contrario. Llorar significa que están vivos, y que ellos también tienen sentimientos, aunque los expresen menos que nosotras. Y de nuevo frente a Thomas, un retorcijón de mi estomago me hizo estremecerme, pues en menos de doce horas, había visto llorar a Thomas dos veces. Y no eran simples lágrimas. Era un llanto, un desahogo.

Eventualmente tuve que echarlo de casa, pues debía prepararme para ir a cursar. Aunque me doliera en el alma dejarlo solo, yo también tenía cosas que hacer… y asistencia que cumplir si quería mantener la beca.

Fui a la Facultad, y allí me encontré con las chicas. Cursamos y luego me arrastraron al shopping. ¿Por qué todas las mujeres se encontraban obsesionadas con eso, menos yo? Dimos un par de vueltas, y aunque no quería ni saberlo, escuche que lo que gastaban en zapatos era una fortuna.

Lizzy se ofreció comprarme unos, y la mande bien a… que se comprara unos ella. Eso la fastidio un poco, pero ni en pedo iba a dejar que gastaran eso en mí. Mientras ellas seguían comprándose ropa, no pude evitar pensar que con los 10.000 euros que me había regalado Thomas, ellas solo hubieran podido comprar un conjunto de todos los que llevaban en las manos.

Obviamente, como yo no compre nada, me toco hacer de carga bolsas. Por suerte eran todas livianas. ¿Les venderán telgopor en vez de ropa?, me pregunte internamente.

Por suerte logramos salir de allí, y aunque me negué; termine con un regalo de Lizzy en mis manos. Una túnica con corte chino, creo que así se llaman, que llegaba hasta antes de las rodillas. El mío era un azul oscuro, con detalles en plateado. Lizzy se llevo uno negro con dorado, y Rose llevo uno rojo con negro. Le llevaron también uno a Anne, que a esas alturas ya se había ido, pero no logro zafarse ni de esa manera.

En el camino a casa, organizaron una salida en conjunto el sábado; en donde todas nos pondríamos los kimonos esos. Yo rodé los ojos, pero acepté. Otras opciones no me quedaban. No quería ni imaginar como reaccionaria Lizzy si me negaba.