viernes, 17 de septiembre de 2010

Capitulo 18 (lunes 8 de septiembre)


Oficialmente cumplía 27 años. Mi teléfono me lo hizo saber desde las doce de la noche, hora argentina o inglesa. La cosa es que esa noche no pude casi dormir, y supongo que los chicos tampoco. La culpa fue mía, fui yo la que no puso el celular en silencio. Es que además de mis padres y Roció, no esperaba otras llamadas… pero estaba equivocada. Mensajitos inundaron mi cel, deseándome un feliz cumpleaños y preguntándome como la estaba pasando. Iba a dejar de responder, pero no me resulto educado. Malditos ingleses, ya te hacen pensar como ellos. Reí ante mi locura.

Así que aquí me encontraba. Eran las nueve de la mañana, y las ojeras en mi cara, porque ya cubrían buena parte de mis mejillas, hacían notar mi cansancio y mi mala noche. Peter, Troy y Sofía, me despertaron, y me hicieron el desayuno. Les pedí que no me regalaran nada, pero Sofía no pudo resistirse de hacer una pasada por el shopping y comprarme algo. Me compraron un saco a cuadros, de color negro, azul y gris… el efecto era perfecto… y lo mejor… tenía capucha… amoooo las capuchas.

Termine de desayunar, tome mis cosas y fui a la facultad. Lizzy me esperaba en la puerta, con una gran sonrisa en su cara. Me dijo que su regalo me lo iba a dar después, y le repetí por enésima vez que no necesitaba un regalo. Mientras tuve que soportar que todo el mundo, incluso gente que no conocía, me saludara por mi cumpleaños, haciendo que mis mejillas quedaran iluminadas por el color morado de manera casi permanente.

Por suerte, el amable y simpático profesor llego, haciendo que el barullo desapareciera al instante. Todos volvimos a nuestras caras serias. Entonces vi que un papelito se deslizaba desde el banco de Lizzy al mío. Me hizo recordar a la secundaria.

-¿Qué sientes por mi hermano?-

-Cuantas veces tengo que decirte que no me siento cómoda hablando de esto contigo-

-Como si yo fuera a dejártelo pasar así como así… DIME ALGO… Como se conocieron, cuando te enamoraste de él… Lo que sea… ¡Pero dime algo!– la mire de costado, evidentemente ni por ser mi cumpleaños me iba a salvar.

-Ya sabes que nos conocimos en el supermercado… Quedé deslumbrada por su mirada… Yo estaba golpeando mi cabeza contra el manubrio del changuito porque no encontraba una crema para mi pelo… Y entonces él apareció y me ayudo… Nos vimos otras veces, pero sin mayores importancia… Luego, un día, estaba volviendo a casa, y al girar en una esquina veo que tres hombres están golpeando a alguien… Estaba por huir cuando vi que era tu hermano… Así que llamé a la policía y fui a ayudarlo… Luego de eso, él se metió en mi cuenta bancaria y depositó dinero en ella por haberlo “salvado”.- Suspire, y seguí escribiendo- Finalmente, un día me encontré con él y sus amigos en el bar de George, e hicimos una apuesta… Tu hermano me gano y tuve que llevarlo a comer… Hablamos toda la noche… Y nos resultó tan cómodo y sencillo, que prometimos seguir viéndonos… Creo que eso sería todo.- y volviendo a protestar, le pase la hoja

Eso pareció satisfacer su curiosidad, pues se quedo analizando las palabras unos segundos, y luego guardo el papel. Pude ver un extraño brillo en sus ojos, pero lo ocultó mirando hacía el otro costado. Como siempre, la clase se extendió un poco más de lo debido, pero eventualmente la clase termino.

-Comenzaba a creer que él nos retendría toda la mañana aquí dentro- le dije a las chicas en tono de burla, y nos reímos hasta la salida. Le dije a Lizzy, que al mediodía comería con los chicos, y a la noche con ellos. Me dijo que estaban todos preparando la comida, haciendo unas recetas que Thomas le había pedido a su madre. No pude evitar sonrojarme al imaginarme a Thomas cocinando para mí. Para mi fortuna Lizzy iba distraída mirando hacia otro lado, por lo que no lo noto.

Llegue a casa, y fuimos con los chicos al bar de la otra vez. Peter se sacrifico, y falto a su clase. No es que le costara mucho hacerlo. Pasamos un buen rato, y lo completamos con un enorme helado que compartimos entre los cuatro. Luego volvimos a casa, y yo… derechita a la cama.

Me levante, pues evidentemente mis nervios no me dejaban en paz ni en mis sueños. Fui al baño y tome una ducha relajante. Luego me puse mis jeans negros, mi remera con estrellas (esa con cuello en bote, que tanto me encantaba) y mis zapas. Agarre una camperita para la noche. Lizzy me había dicho que la llamara para que me viniera a buscar. La llame, y le dije que estaba yendo, pero que prefería ir caminando. Aunque protestó durante unos segundos, finalmente cortó y yo empecé a caminar hacia su casa.

Estando en la esquina, me quede paralizada al ver el auto de Thomas estacionado en la puerta. Unos escalofríos recorrieron mi cuerpo, y me sentí como una niña, no como alguien que cumplía 27 años. Tome aire un par de veces, tratando de controlarme, y seguí caminando hacia la casa de Lizzy. Podía escuchar sus gritos desde afuera, y una sonrisa ilumino mi rostro. Toque timbre, y el silencio inundo el lugar; aunque se escucho un ruido de alguien cayendo, y risas de todos los demás.

Me apoye sobre la pared esperando a que se dignaran a abrirme la puerta. Entonces vi acercarse una gran masa multicolor a la puerta. Me abrió la puerta un gran payaso. Tenía esos pantalones redondos, zapatos enormes, toda la cara pintada, una enorme nariz roja, una barba del color del arco iris y una peluca de color azul en el pelo. En la remera que tenia puesta, había un gran pastel, y decía feliz cumpleaños. Volví a sus ojos, y me tire sobre el cuando vi que era…

-Thomas!!!...- Me sentía una niñita de cinco años, agarrada del cuello del payaso que venia a animar su fiesta. No me importo que todos nos estuvieran mirando, ni que me estuviera manchando con toda la pintura que se había puesto en su cara. No quería soltarlo, y sus brazos sujetándome lo mas fuerte que parecían poder, me demostró que el tampoco quería dejarme ir.

-¡¡¡Feliz Cumpleaños Ornela!!!- gritaron todos desde atrás, y con Thomas nos vimos forzados a romper nuestro abrazo. Salude a todos, aun con mi gran sonrisa.

Sam me cargo por tener toda la cara manchada, y me saco una foto… “para la posteridad”. Thomas desapareció un momento, y volvió con el maquillaje retocado, y con unas toallitas húmedas, y cuando todos se separaron un poco de mi, me ayudo a limpiar el desastre en mi cara.

Había toda una gran mesa llena de comida y regalos. Las chicas me regalaron ropa, Sam y los chicos unas entradas para ver un recital de Paramore que había dentro de poco. Entre todo el bullicio, no note que Thomas no me había entregado nada, y realmente no me importaba, su sonrisa era el mejor regalo que podía recibir. Entonces, se acerco a mí y me dijo:

-Elige una- y tenia sus manos cerradas en forma de puño. Le toque su mano izquierda, y allí había un papelito. Era un vale ilimitado para tomar helado, pero solo del arco iris. –Espero que lo disfrutes-

-Sólo si tu me acompañas- y nos fundimos en otro abrazo. Cuando se separo, empezó a mojar a todos con agua que salía de una flor que tenia en su disfraz. No necesitaba del disfraz… Cuando quería, él era un payaso.

La noche paso entre risas y comida… mucha comida… y cuando se cansaron de la comida, empezaron a tirársela unos a otros. Para completar la noche, las chicas propusieron un karaoke. Con lágrimas en los ojos, pero de felicidad, porque la voz de Sam era insoportable, me despedí de ellos. Nuevamente, Thomas se ofreció llevarme.

Cuando estuvimos enfrente a mi casa, apagó el motor. Me miro y con voz insegura y titubeante me dijo:

-Tenemos que hablar-

Tomo otra gran bocanada de aire, obviamente asustado, y me dijo:

-Tú… Me gustas… Y yo se que tú no estabas buscando una relación… Pero no puedo estar más separado de ti.-

Mi corazón se paró, y volvió a latir luego con mayor fuerza. No rompimos nuestras miradas en ningún momento. Se que ahora me tocaba hablar a mi, pero no sabia que decirle. Mi debate interno resurgió. Lo quiero, lo quiero… pero tengo miedo.

-Tú también me gustas… Pero…- y me puso su dedo índice sobre mis labios.

-No tienes que explicarme nada… Ya veremos como solucionarlo… Paso a paso… Pero juntos, ¿si?- y apoyo su frente sobre la mía, mirándome con sus ojos, que me embriagaban y le quitaban sentido a todos mis miedos por momentos. Cerró sus ojos, y sus labios rozaron los míos. Ninguno de los dos continuamos el beso, no porque no quisiéramos, porque nuestras manos apretadas demostraban cuanto esfuerzo estábamos haciendo para cortar la unión. – Nos vemos mañana… Dulces sueños…- y volvió a darme un beso en la frente.

Una vez adentro, fui al espejo. Mi cara estaba completamente manchada por pintura blanca y roja… pero podía ver mi expresión…. Era feliz.