domingo, 20 de junio de 2010

Capitulo 10 (viernes 22 de agosto… noche)

No se porque estaba tan nerviosa… era solo una cena… y solo comeríamos hamburguesas con papas… así que porqué me desesperaba. Por suerte no le dije nada a Sofía, que hubiese puesto el grito en el cielo… pero Peter, por otro lado, era muy perceptivo. Desde que llegue de lo de George me notó rara… y cuando vio que daba vueltas y protestaba vino a preguntarme que pasaba.


-¿Qué demonios te pasa a vos?-


-Tengo una maldita cena con “el dueño del Banco”- he hice un gesto de desagrado. “Dueño del banco” era el termino que usábamos con Peter para referirnos a “nido de pájaros”. Si me ponía a pensarlo, tenía demasiados sobrenombres a estas alturas.


-¿Una cena?... ¿No era que lo odiabas?- Y extrañado se sentó en mi cama, esperando todo el relato.


-Dejame que te cuente... Estaba en el bar de George... Y Thomas y sus amigos también se encontraban allí... Vinieron hasta mi mesa, y apostamos... sobre... Bueno, sobre si ellos podrían adivinar mi canción favorita de la rockola... Y resulta que... Bueno... Thomas fue el que ganó... Y el premio era llevarlo a cenar... O sea, que yo tengo que pagar... Obvio-


Peter... que hasta ahora había escuchado muy atentamente mi conversación... cayó de espaldas al colchón por la risa, y posteriormente al suelo, cuando me le tire encima para pegarle por reírse de mí. Estando los dos tirados en el suelo, le pregunte si podía acompañarme, por cualquier cosa que el chico no estuviera, o que las intenciones no fueran las que yo deseaba. Acepto gustoso y fue a cambiarse.


Finalmente me decidí por mi jean negro, mi remera azul con cuello en bote, y mi hermosa torerita con capucha (una gigante cachucha). Mire mis zapatos… y dude mucho que combinaran con Thomas… Así que me puse mis zapatillas de lona… Pura comodidad. Me di unos pocos toques de maquillaje, solo base y delineador, nada más.


Peter golpeo mi puerta, y listos los dos salimos rumbo al fast food. Una vez adentro nos sentamos en mesas separadas. Ya eran las ocho, siempre puntual la mina. Y los minutos empezaron a pasar, y Thomas no venia. Era obvio, esto había sido una broma. Le mande un mensaje a Peter…


-¿Te parece buena idea que nos vayamos?-


A lo que él me respondió...


-Creo que sería mejor esperar un poquito más... ¡Mirá para afuera!-


Y me di vuelta hacia el gran ventanal, y enfrente, en la plaza, pude ver a toda la pandilla. Thomas estaba meta gesticular, y se podía notar por su expresión corporal que les gritaba. Los amigos trataban de calmarlo. Y entonces Thomas se puso su capucha sobre su cabeza y se giro hacia el centro de la plaza. El otro amigo, el supuesto mejor amigo, lo siguió unos pasos, pero Thomas se libero de sus brazos tres veces, y siguió su camino.


No solo tenía que haberme comido que depositara en mi cuenta sin mi permiso, sino que ahora también se daba el lujo de dejarme plantada. Lo mire a Peter y le hice señas como para irnos. El se acercó y me dijo…


-¿Por qué no te fijas primero que es lo que está pasando?... Yo ordenaré algo por ti mientras tanto-


-¿Por qué iba yo a....- Iba a seguir mi protesta, pero Peter me mando a callar, y me señalo la salida. Le cerré los ojos lanzándole una mirada envenenada, y salí.


Cruce a la plaza, y pase de largo a los amigos de Thomas, que me miraban asombrados. Yo creo que en realidad temían cruzarse en mi camino, pues lanzaba chispas. Camine unos cuantos metros, hasta llegar al centro, y ahí me lo encontré. Estaba sentado en la fuente de la plaza, con su capucha puesta, su cara oculta entre sus piernas, y sus manos sosteniendo estas.


Al acercarme un poco más, note que temblaba. Mi enojo se esfumo de repente. ¿Qué era lo que tenia este chico que lo hacia sentir así? ¿Era yo tan intimidante para haberlo afectado de esta manera? Me acerque un poco más, y note que susurraba. Casi no podía entender lo que decía.


-Ellos no logran entenderlo... No me entienden... Yo no quiero estar afuera...- y las frases continuaban. Por lo visto no había notado que yo estaba cada vez mas cerca, pues seguía susurrando cosas.


No sabia que hacer, jamás había sido buena en el tema de manejar emociones, ni siquiera las mías. Pero al mirarlo me vi reflejada, y él como yo, necesitaba ayuda. Posé mis dedos sobre los suyos… y dejo de susurrar… pero sus manos se cerraron más fuerte.


-Estem... Hola... Soy Ornela... No voy a hacerte nada... ¿lo sabes?- Siguió tiritando, y su agarre no se soltó… pero me susurro…


-Perdóname... Pero necesito estar sólo-


Volví a tocar sus manos… inclusive intente agarrarle uno de sus dedos, y procurar así separar sus manos… no lo logré. Lo intente de nuevo… y volvió a negarse a abrir sus benditas manos. Esta vez ya me había fastidiado, así que le dije…


-Ábrelas por las buenas... O por las malas...- e intenté abrirle las manos de nuevo. Nuevamente rechazada, y admirando que Thomas se encontraba sentado en la fuente principal de la plaza… lo empuje.


No solo que se soltó, sino que aterrizo adentro de la fuente, y ahora estaba todo mojado… yo, desde mi posición, empecé a reírme, y aunque intente por todos los medios no ser tan bruta, no pude guardarlo más, y las carcajadas estallaron por todo el lugar.


-¿Te parece divertido… no?- me preguntó tratando de salir de la fuente. Le estire una mano para ayudarlo, y al instante pude ver malicia en sus ojos. Si, claro, pensaba tirarme, a mi…


-¡Sigue soñando!- y tire mi cuerpo hacia atrás, para que no pudiera tirarme adentro con él. Eso lo molesto un poco, pero una vez fuera, me miró desconcertado. Yo aún seguía riéndome cuando me dijo.


-Muy bien... Chica Madura... ¿Qué sigue?... ¿Vas a arrojarme algunas papas encima?-


-Esa sería una muy buena idea... Pero no... Perdóname por esto... Pero puedes considerarlo una revancha por haberte metido en mi cuenta bancaria-


Rió mientras trataba de sacarse un poco de agua de su ropa. Vi a Peter acercarse con nuestra comida.


-Ahora entiendo porqué tu novio te dejó- me escupió el rubio. Iba a matarlo cuando llegara a casa.


-Fue su culpa… Realmente-


Peter volvió a reírse, me dejo la comida, y se despidió de ambos. Thomas me miraba, y yo le hice señas para que se sentara.


-Perdóname por lo que pasó antes... Tengo un problema... Con la gente... En general- dijo avergonzado de si mismo, sin dejar de frotar sus manos entre si, y mirar para abajo. Otra vez tenía sus cejas unidas en una, cosa que odiaba. Siempre tan ceñudo. Yo ya había sacado la comida, y le hice señas para que comiera.


-Bueno… Afortunadamente para vos… Yo soy un extraterrestre...-le dije, haciéndole notar que había escuchado su comentario hoy. Su cara se tiño de un rojo intenso.


-Me escuchaste… Lo siento...-


-Bueno, pero como te dije aquella vez... Soy de Argentina, que es casi lo mismo- y los dos estallamos en risas... otra vez- Esta es tu “cita”... Así que... Dime... ¿De qué te gustaría hablar?-


-No lo se... No del tiempo... Es muy cliché...- e hizo una sonrisa que iluminó el lugar


-Mmm.. No del tiempo... Bueno... Dime el nombre de tus amigos-


-Bueno... El que está siempre conmigo se llama Tom... Es mi mejor amigo... y ahora también el novio de mi hermana – Hizo un gesto de desconcierto y rodó los ojos- Y aquel que puedes ver espiándonos detrás del árbol- y apunto hacia un árbol, del cual se veía notoriamente al amigo gracioso y de mirada pervertida, quien había sido el que propuso todo el tema de la apuesta- Bueno, su nombre es Sam... Es un mujeriego, por eso se ha comportado tan extrovertidamente contigo... Y los otros dos son Marcus y Bobby... ¿Y cómo se llaman tus amigos?-


-Bueno... Tengo una amiga que es como una hermana para mi... Su nombre es Rocío... Y otra también a la que estimo mucho que le digo Fefi, que sería Estefanía.... Y también tengo un montón de chicas que considero mis amigas virtuales, con las cuales a veces tengo más contacto que con las que están en mi realidad diaria... Y aquí en Londres, me estoy llevando muy bien con mis compañeros de cuarto. Peter era el que me acompañaba... Y luego están Troy y Sofía... Y supongo un trío que conocí en la facultad, pero que recién nos estamos conociendo -


-¿No estoy incluido en esa numerosa lista?- me preguntó con su voz tan suave, que aunque no era acusadora, me hizo sentir terriblemente mal.


-Te lo mereces por chusma- y le saqué la lengua.


-Pero acabas de tirarme a la fuente por eso... Así que yo creo que deberías dejarme un lugar en la lista- y volvió a sonreír, mostrando todos sus dientes.


-Lo pensaré- le dije haciéndome la seria.


Nos quedamos unos momentos callados, pero cuando terminó su bocado, continuo:


-¿Sueles navegar mucho por internet?-


-No me considero una adicta, si es a eso a lo que te refieres... Pero me encanta buscar cosas por internet, además que es de gran ayuda en mi trabajo... y tu... ¿Lo usas?-


-En realidad, muy poco... Casi nada... Prefiero escuchar o componer música... O ver una película... Nunca sabes con qué puedes encontrarte al navegar por internet-


-Creí... O sea, tomando consideración de lo que me dijiste... Sobre tenerle miedo a la gente... Pensé que te sentirías más cómodo en internet... Porque el contacto no sería directo...- Y me lo quede mirando con el interrogante aun en mi cara, y pude notar como se tensionaba, y procuraba buscar una respuesta.


-Ves demasiado en mí... Eso me asusta... Eres muy perceptiva- y sonrió... debajo de todo ese pelo enredado, estaba una sonrisa saliendo a flote.- Si… Tu teoría es correcta… Sólo que en mi particular caso, mi problema sigue presente en internet- Me quede mirándolo con una ceja levantada, completamente confundida, pues me había tirado una adivinanza en vez de una respuesta coherente.


En eso note que un grupo de cuatro mujeres se acercaba a nosotros. Thomas se puso tieso, y cubrió su cabeza con la capucha. Como si fuera poco, la bajo, y con su vista escondida entre sus pelos, espero hasta que las chicas, que ni se percataron de su presencia, estuviesen alejadas de nosotros. Cuando levanto la cabeza, yo estaba mirándolo fijo.


-No me analices de esa manera… Ya vas a comprenderlo… Algún día- Y siguió comiendo su hamburguesa, como si nada hubiese pasado.


-Al menos dame una pista... Creo que me la merezco-


-Por favor, no me presiones... O me obligarás a no querer verte más... Suele pasarme- y enarco una de sus cejas, y volvió a poner su atención en el refresco de Coca que tenía adelante.


Decidí dejar el tema atrás, así que nos pusimos a hablar de cosas sin sentido. Color favorito, nombre de nuestras mascotas, ropa favorita, y demás. Entonces llegamos a los gustos de helados, y yo me sonroje y le confesé.


-Mmm… Es que todavía no se cual sería mi gusto de helado inglés favorito- E hice un gesto con mis labios, mientras mis cachetes volvían a ponerse colorados.


-¡No puede ser!- Y sin dudarlo dos veces, se levanto y tomo mi mano.-Vamos, te llevaré a mi tienda de helados favorita y probarás cada gusto hasta hallarlo-


-No tenemos que hacer esto…- Pero no me dejo terminar de hablar


-Comienza a molestarme tu conducta reticente a cualquier sugerencia mía... sabes... Te llevaré... Fin de la historia.-


Y así fue como fuimos caminando unas dos cuadras por el hermoso centro londinense, el cielo estaba despejado, y el clima normal... parecía no haber señales de nubes, lo que era buena noticia. Él caminaba con su capucha puesta, esquivando las miradas. Su andar era todo desgarbado y desaliñado. No pude evitar ver que tenía enormes pies… Y piernas, pues con un solo paso de él, yo debía dar casi tres.


Llegamos al local, que se encontraba abarrotado de gente, Thomas hablo con alguien, y pasamos a la parte de atrás. Era donde hacían los helados, era hermoso. Me sentía una nena en una heladería todo para ella… aunque en cierto modo, era así.


Thomas apareció con unas cucharitas, y empezó la tarea de hacerme probar uno a uno los gustos. Yo le repetía que no era necesario. Pero a la tercera vez, Thomas estaba suficientemente enfadado como para hacer que yo finalmente cerrara la boca. Descartamos los frutales, y disfrutamos los cremosos, los que tenían chispas de chocolate, los que tenían dulce de leche, los que tenían bombones.


Después de haber probado no se cuantos, me decidí por dos… mi mundialmente preferido: dulce de leche con bombón marroc… y uno que era de crema de los colores del arco iris.


-¿Sabes qué?... ¡Ese también es mi favorito!- Me dijo Thomas con una sonrisa de oreja a oreja. Yo no pude evitar sonrojarme. Mire el reloj que colgaba de la pared enfrente de nosotros…


-¡Son las dos de la madrugada!- el grito hizo que Thomas se sobresaltara… Ambos estábamos comiendo de nuestro helado favorito de un pote que nos regalo el dueño. Nuevamente, no pregunte sobre su poder de conseguir todo lo que quería, prefería confiar en que realmente algún día me lo diría.


-Oh... Lo siento... No me di cuenta de que era tan tarde- Y una sonrisa triste se dibujo en su cara. – Puedo llevarte a tu casa... Mi auto está por aquí- Y señalo al rastrojo inidentificable, que se encontraba al otro lado de la acera.


Iba a negarme, pero recordé que era bueno decir que si de vez en cuando. Así que acepte. Espere a que desbloqueara la puerta, e iba a subirme, pero su mano seguía en la manija, y abrió la puerta para mi. Siempre odie los actos caballerescos. Oculte lo mejor que pude esa sensación, y subí a su auto.


Dio la vuelta al coche, y subió a su lado. Tardo unas tres veces en prender el coche. Yo a la primera ya me estaba riendo. Iba a decirle mi dirección, cuando recordé que ya la sabía. Ya en la puerta de mi casa, no sabia porque pero algo me impedía despegarme del asiento. Con todas mis fuerzas, le sonreí, le bese en forma de saludo, y me baje.


Estaba en el porche, cuando escucho la puerta del auto cerrarse. Me giro y veo a Thomas subiendo de a dos los escalones, algo bastante gracioso de ver (por ser tan alto y esa forma rara de andar), y colocarse finalmente delante de mi. Con mis llaves aun en mis manos, y jugando nerviosamente con ellas, lo miro tratando de conseguir explicaciones. Paso su mano por su pelo, tal como la otra vez. Solo que esta vez no se dio cuenta de cómo lo miraba, y sus pelos quedaron endemoniadamente sexys acomodados hacia atrás. ¿De donde lo conocía… yo conocía ese gesto… de quien?


-Me preguntaba si me darías tu número telefónico... ¿Para alguna otra vez?- ¿Mi número de teléfono?... ¿Me estaba pidiendo mi numero de teléfono?... No se donde había quedado la Ornela que lo odiaba, porque en este momento hizo acto de presencia la Ornela tímida y estupidizada por la mirada mas tierna que jamás creí ver.


-Seguro... Pero aún tengo con la característica de mi país... Así que sólo mándame un mensajito, así no gastas dinero-


-Siempre pensado en eso- dijo mientras anotaba mi numero. –Te mandaré algún mensajito- dijo la palabra mensajito imitándome. Iba a contra-atacarlo... tenia que hacerlo. Pero mi voz quedo vaya a saber uno donde.


–Nos vemos- y volvió a besarme. Definitivamente debí haber usado mi remera roja esa noche, mis cachetes hubieran pasado más desapercibidos.


Embobada, lo mire subirse al auto. Yo esperaba que se fuera, pero olvide que el maldito educado ingles esperaría hasta que yo hubiese entrado (cosa que me hizo notar gesticulando con sus manos que entrara). Me gire, abrí la puerta y entre. Suspire, y nuevamente, como una boba, me toque donde él me había besado.

2 comentarios:

pattym7 dijo...

Holaa!!! Bueno, decir que me encanta tu fic. Me encanta que le llame Thomas XD

En fin, continúa pronto, esta muy bien!!

ornela_hp dijo...

Muchas gracias a vos por leer ésto!! Trato de actualizar lo mas pronto que puedo, pero tampoco no quiero poner todo de golpe pues aun faltan capitulos por crear, y no quiero desp dejarlas colgadas por un tiempo!!

Muchas gracias de nuevo a vos y a todas las que me han agregado y me siguen!!

Besotes!!